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Actualizado: 15 de junio de 2025
Los periódicos me otorgaron los calificativos que, según la tradición, pertenecen a los dioses. ¡Fuí el omnipotente, el omnisciente! La aristocracia me besó los pies como a un tirano y el clero me incensó como a un viejo ídolo. Y mi desprecio por la humanidad fué tan grande, que se extendió hasta el mismo Dios que la creó.
Está agotado; y además, tenemos al clero y a los maestros de escuela sin pagar, medio siglo hace. Y a mí ¿qué me importa? Lo que usted debe tener presente es que mi recomendado es en su pueblo el mejor agente de la política del Gobierno; que es un incansable propagandista de ella, y que tal vez a sus esfuerzos heroicos debo yo mi elección.
Delante de Pepe se contenía cuanto le era posible; pero ya toleraba de mala gana cualquier broma que trascendiese a incredulidad; y como el estado de las cosas por aquel tiempo hacía que todas las conversaciones fuesen a caer en la guerra, y hablar de ésta era hablar del clero, doña Manuela oía con disgusto a su hijo y su marido, cuando el primero alardeaba de republicano y el segundo de progresista a la antigua.
Es cosa que desespera y aturde ver cómo nos es imposible tranquilizar á ciertas gentes. Por todas partes aparecen partidas de facciosos movidas por una parte del clero. Hay todavía muchos espíritus apocados que no quieren creer que el interés de V.M. y de la nación consiste en el sistema que todos amamos y defendemos.
No podía dudar de que era hombre muy sabedor de cosas del mundo y de las flaquezas humanas, y pensó que le convenía ponerse bajo su dirección. En aquel momento hallábase bajo la influencia de ideas supersticiosas adquiridas en su infancia respecto a la religión y al clero.
Tras tanta grandeza vino la decadencia, siendo todos culpables de ella, la monarquía por absorbente, el clero por fanático, la nobleza por ignorante y el pueblo por holgazán y envilecido.
Por fin le hice saber que en Nueva Granada habia corrido yo graves peligros como periodista, á causa de la energía con que, discutiendo la cuestión del clero, habia defendido los verdaderos intereses de la religion, ó de la pureza del cristianismo y la independencia del sacerdocio.
D. Felipe Analso de Miranda Ponce de Leon, natural de la villa de Grado en el Principado de Asturias, de la familia del Marqués de Valdecarza: estudió Jurisprudencia y Cánones en Salamanca, se hizo Bachiller en Cánones en la Universidad de Oviedo, y después Obispo de Teruel, habiendo tomado posesión en 8 de Noviembre de 1720; en los primeros años de su Pontificado trató de construir un Seminario conforme al Santo Concilio Tridentino y no siéndole posible por las dificultades que se presentaron, se contentó con fundar uno clerical, para instrucción de los que se dedicaban al estado eclesiástico; y al efecto fue construido el edificio en Villavieja; constantemente procuró con oportunas providencias la mejor instrucción del clero; decoró todos los templos de Teruel; contribuyó con sus caudales para la erección de una capilla dedicada a San Francisco de Paula en la Iglesia de San Andrés; fue muy limosnero, y consagró al Obispo de Albarracin Don Juan Navarro y Alonso: murió en 20 de Agosto de 1731 y fue sepultado en la Iglesia de Santa Teresa.
Uno de los primeros elementos de fuerza que allegaron fue el clero, a quien adulaban, disponiéndose, no obstante, a comprar por poco dinero sus bienes, cuando los progresistas los arrancaron de las manos que llamaban muertas.
Este hermano, monseñor el abate de V *, había sido sucesivamente en la corte de Luis XVIII, y más tarde en la de Carlos X, uno de los prelados que gozaban de más influencia; y sabido es hasta dónde llegaba en aquella época el poder del clero.
Palabra del Dia
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