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Actualizado: 21 de octubre de 2025
Ballesteros hablaba con los dos antebrazos sobre la mesa, y con los ojos clavados en el medio perfil de la cara de su amigo. Figúrate llegó a decir aquél a éste si tendré ansia de saber cosas de mi tierra y de mis gentes. ¡Once años bien cumplidos fuera de la patria, con pocas noticias de ella, y ésas vagas y a retazos, que es peor que no saber nada!
Y más adelante leía Ana con los ojos clavados en su devocionario: Dominus dixit ad me: Filius meus es tu, ego hodie genui te.
Traía las manos metidas en los bolsillos del chaquetón, un garrote pinto y nudoso debajo del brazo izquierdo, y en la boca una pipa ahumando. El primero que le conoció fue el señor de Provedaño, que iba de los más delanteros entre nosotros. Se detuvo un instante para mirarle con la mano de canto sobre la frente, y se detuvo también el otro con los ojos sombríos e imperturbables clavados en él.
Se fabricó dicho puente con palos clavados en el arroyo, afianzados estos pértigos con varas, y sobre estas se entretejieron otras á lo largo: y así dieron paso á la gente.
En tanto, pues, que la morisca cristiana su peregrina historia trataba, tuvo clavados los ojos en ella un anciano peregrino que entró en la galera cuando entró el virrey; y, apenas dio fin a su plática la morisca, cuando él se arrojó a sus pies, y, abrazado dellos, con interrumpidas palabras de mil sollozos y suspiros, le dijo: ¡Oh Ana Félix, desdichada hija mía!
Se me dijo que dos ó tres de los empleados que padecían de gota y reumatismo, ó quizá estaban clavados en sus lechos, ni por casualidad se dejaban ver en la Aduana durante una gran parte del año; pero una vez pasado el invierno, se arrastraban perezosamente al calor de los rayos de Mayo ó Junio, desempeñando lo que ellos llamaban su deber, y tomando de nuevo cama cuando mejor les parecía.
A la hora del crepúsculo, cuando las costureras se fueron, madre e hija quedaron al fin solas. Cecilia se había retirado a su cuarto dominada por la tristeza que había disimulado con trabajo durante el día. Doña Paula estaba sentada en una butaca con los ojos clavados en el balcón, recogiendo los últimos rayos de la luz moribunda, en actitud melancólica y reflexiva, poco frecuente en ella.
Pero tal expresión soberbia y feroz hacía aún más incitante su hermosura, porque gusta particularmente á la humana naturaleza lo inaccesible, y porque es opinión muy seguida entre los sabios que vale más el pellizco de la mujer arisca que el beso de la tierna. Miss Florencia, después de sentarse en la butaca, quedó con los ojos clavados en la lumbre.
El rumbo de tan tristes cortejos era el Muelle, donde había ya una muchedumbre con los ojos clavados en la boca del puerto. El temporal había cesado casi por completo en tierra, y de la mar sólo se veía una parte de su furia, estrellándose espumosa y rugiente sobre las tristes Quebrantas.
El hombre que va hecho un Adán no es porque carezca de «con qué», sino que tiene la atención en cosas más altas, por ser un animal noble e inteligente. Así hablaba Zaratustra. Maltrana, molestado por el hedor del almacén y el revoloteo de las moscas, acabó por abandonar su asiento, que consistía en tres pedazos de corcho clavados en forma de banco. Ya que la abuela estaba ausente, quería irse.
Palabra del Dia
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