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Actualizado: 1 de mayo de 2025
Tal idea no puede hallar eco ni acojida alguna, no solo en el ánimo del Rejente del Reino ni en el de los individuos del gabinete que hoy rije los destinos de la nacion, ni en el de los Cuerpos colejisladores; pero ni aun en la clase mas vulgar del pueblo: por lo que los filipinos pueden estar seguros y satisfechos que á su acrisolada y hasta hoy no desmentida lealtad no corresponderá el gobierno con una cesion de sus hermosas provincias á favor de ninguna nacion estraña, por ningun título ni por ningun precio.
Su plan estaba formado. Esperaría hasta fines de año, vendería el huerto de Alcira, y don Antonio le haría traspaso de la tienda por unos cuantos miles de duros. El afortunado bolsista seguía abominando de la tienda y del mezquino comercio al por menor; no era difícil alcanzar la cesión de Las Tres Rosas por lo que el joven quisiera darle. ¡Valiente cosa le importaba a él mil duros más o menos!
Representóme entónces quanto desdecia de mi nobleza el pertenecer á un israelita. Su Ilustrísima propuso á Don Isacar que le hiciera cesión de mí; y este, que es banquero de palacio y hombre de mucho poder, nunca tal quiso consentir. El inquisidor le amenazó con un auto de fe.
La prolongacion de la guerra en Filipinas traería consigo, aparte de los innumerables dispendios en hombres y dinero, el descrédito de los E.U. ante las demás naciones. El gobierno de Washington pudo conseguir la cesion de las Filipinas por medio del tratado de Paris, con el tacito consentimiento de las Potencias, porque estas esperan que el gobierno de los E.U. mantendr
Desde que, primero la Condesa de Astorgüela, y luego las personas que para ello tenían autoridad en las Hijas de la Salve, le encargaron que procurase quebrantar la entereza de don Luis de Ágreda respecto a su negativa en lo de la cesión del terreno que poseía inmediato al convento, no dejó de pensar en el asunto, pero sin hallar modo de acometer la empresa con esperanza de éxito.
Sólo cuando penetréis dentro del inviolable seguro podréis llamaros, en realidad, hombres libres. No lo son quienes, enajenando incesantemente el dominio de sí a favor de la desordenada pasión o el interés utilitario, olvidan que, según el sabio precepto de Montaigne, nuestro espíritu puede ser objeto de préstamo, pero no de cesión.
Palabra del Dia
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