Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 27 de junio de 2025
La furia del conde, retenida por algunos minutos, estalló y le cegó. Era robusto, tenía unos puños de hierro, y sacudía con el sable una lluvia de tajos sin orden ni concierto. Cuatro veces tocó a D. Luis, por fortuna siempre de plano. Lastimó sus hombros, pero no le hirió. Menester fue de todo el vigor del joven teólogo para no caer derribado a los tremendos golpes y con el dolor de las contusiones. Todavía tocó el conde por quinta vez a D. Luis, y le dio en el brazo izquierdo. Aquí la herida fue de filo, aunque de soslayo. La sangre de D. Luis empezó a correr en abundancia. Lejos de contenerse un poco, el conde arremetió con más ira, para herir de nuevo: casi se metió bajo el sable de D. Luis.
Pecado se cegó; no veía nada; llevó la mano a la cuerda que sujetaba sus calzones a la cintura. La última injuria que cambiaron fue referente a sus respectivas madres. Cuando nada inmundo les queda por decir, arrojan aquel postrer salivazo de ignominia sobre la cuna que poco antes les ha mecido. «Tu madre es una acá y una allá. Tu madre es esto o lo otro».
903 Se vino haciendo el chiquito, por sacarme esa ventaja; en el pantano se encaja, aunque robo se le hacía; lo cegó santa lucía y desocupó las cajas. 904 ¡Lo hubieran visto afligido llorar por las chucherías! "Me gañao con picardía", decía el gringo y lagrimiaba, mientras yo en un poncho alzaba todita su mercheria.
Hasta recordaba textos de Fray Luis de León en la Perfecta Casada, que, según ella, condenaban lo que estaba haciendo. «Me cegó la vanidad, no la piedad, pensaba». «Yo también soy cómica, soy lo que mi marido». Si alguna vez se atrevía a mirar hacia atrás, a la Virgen, sentía hielo en el alma. «La Madre de Jesús no la miraba, no hacía caso de ella; pensaba en su dolor cierto; ella, María, iba allí porque delante llevaba a su Hijo muerto, pero Ana, ¿a qué iba?...».
4 en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la lumbre del Evangelio de la gloria del Cristo, el cual es la imagen de Dios. 5 Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Cristo Jesús, el Señor; y nosotros, vuestros siervos por Jesús.
El Duque dejó caer la pistola y se cruzó de brazos, esperando la muerte, con una bravura llena de afectación y soberbia. Gonzalo avanzó precipitadamente, hasta ponerse a dos pasos de su adversario. En aquel momento una ola de sangre le cegó. Su temperamento de atleta venció repentinamente a las sugestiones de la razón.
En otro tiempo le cegó la gratitud: ahora le cegaba el ansia de cariño. Luego de haber madurado su propósito, con la astucia propia de su índole y carácter, les juntó un día y les dijo: Os llamo porque ocurren grandes novedades. Estamos medio arruinados. No podemos seguir viviendo con la holgura relativa que hemos disfrutado hasta ahora. Es necesario que uno se separe de mí y de su hermano.
Su egoísmo, su corrupción moral se revelaban en seguida. Era un entretenido, capaz únicamente de explotar a las mujeres. Pero fue una alucinación que la cegó, que la hizo sentir en los primeros días la dulce turbación, el voluptuoso abandono de un amor verdadero. Fue la esclava del arruinado tenor, voluntariamente, como lo había sido por miedo del maestro.
Palabra del Dia
Otros Mirando