Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 31 de mayo de 2025
Asíos á mi brazo, que seguro estoy de no perderme; toda la calle de Atocha arriba, á la calle de la Magdalena, la de la Merced, la del Duque de Alba, la de Toledo, la plaza de la Cebada y la calle de Don Pedro; iría con los ojos vendados.
Llegó un día en que sólo se alcanzaban a ver las zapatas de los maderos que sostenían el techo del corredor, y al fin la masa constructiva lo tapó todo, no quedando fuera más que las chimeneas, y aun para columbrar estas era preciso tomar la visual desde muy lejos. Al Norte había un terreno mal sembrado de cebada.
Los productos de labranza son algo mas considerables: en las cercanías de Suches y de Pelechuco cultivanse las papas, la cebada para el pastoreo, el trigo, la quinua, la oca y todas las plantas de las regiones frias.
Al cabo, aburrido de tanta perplejidad, resolvió dejarlo en la cuadra bien cerca de la puerta para poder tomarlo al instante cuando le pluguiese. Antes de salir le dió pienso. Lucero quedó maravillado de la enorme cantidad de cebada que le echó en el pesebre. ¡Este chico se va á arruinar! Con tanta cebada había para seis veces.
Al fin se la otorgaron, pero fue para despedirle a los pocos días: la música de Juan no agradaba a los parroquianos del Café de la Cebada; no tocaba jotas, ni polos, ni sevillanas, ni cosa ninguna flamenca, ni siquiera polkas; pasaba la noche interpretando sonatas de Beethoven y conciertos de Chopín: los concurrentes se desesperaban al no poder llevar el compás con las cucharillas.
Por todas partes se extendía una tierra ondulante de lomos anchos redondeados y vestidos de verde por el trigo y la cebada nacientes. D. Pantaleón, saliendo al fin de su mutismo, hizo en voz alta la observación de que «las gramíneas estaban muy hermosas,» a lo cual respondió su compañero que «era la época del crecimiento de las monocotiledóneas.»
Yo no pertenezco a su gloriosa clase; soy ave de corral tranquila y bien cebada, y no me arrepiento de ello cuando veo a mi antiguo camarada Fernando Salvatierra, el amigote de tu padre, vestido de invierno en el verano, y de verano en invierno, comiendo pan y queso, con una celda reservada en todos las cárceles de la Península y molestado a cada paso por la vigilancia... Muy bonito; los periódicos publican el nombre del héroe, tal vez la historia llegue a hablar de él, pero yo prefiero mi mesa en el escritorio, mi sillón, que me hace pensar en los canónigos reunidos en el coro, y la generosidad de don Pablo, que es espléndido como un príncipe con los que saben llevarle el aire.
Así, refieren éstas que dos regidores, Dioscórides y Sarapamón, se apoderaron de las llaves del pósito, y sustrajeron de allí y vendieron muchísimo trigo y cebada, toda la provisión de lentejas, y más de cien artabos de vino de arroz. No contentos con esto, hicieron otras muchas defraudaciones.
La lluvia, empujada por un viento cruel, inunda a veces las piernas de la madre y el cuerpo de su mamoncillo. La bohemia no repara en ello y prosigue su cántico con las rachas, mientras que muele cebada y da el pecho.
En su virtud, la Ciudad disputo que su Mayordomo Juan Martínez, se hiciese cargo de les gastos del hospedaje y éste dió la siguiente relación de ellos á los Contadores del Concejo en esta forma: «Viernes, en la noche 21 días de Julio año del nasçimiento de nro. saluador ihu. xpo. de 1402, llegó á Seuilla dicho mensajero. En este día les envié una fanega de cebada que costó 15 mrs.
Palabra del Dia
Otros Mirando