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Actualizado: 19 de junio de 2025
Había un buque holandés pequeño al ancla; y el Normando, que con el cebo de otros tres diamantes era el mas servicial de los mortales, embarcó á Candido y á su familia en el tal navío que iba á dar á la vela para Portsmúa en Inglaterra. No era camino para Venecia; pero Candido creyó que salía del infierno, y estaba resuelto a dirigirse á Venecia luego que se le presentase ocasion.
Y haciéndole presente ser preciso el cebo del regalo para sosegar á los indios, respondió: que si los demas entraban en sus conquistas con regalos, él no.
Pero campaña que la mujer emprende tarde ó temprano la gana, y así sucedió entonces, que á cabo de algún tiempo la pragmática quedó sin cumplimiento y volvieron á verse por las tortuosas calles de Sevilla y á todas horas, lo mismo que antes, las misteriosas tapadas, cebo de galanes, y que eran nota tan característica en la España de aquellos tiempos.
A Isidora no le hacía maldita gracia la compañía; pero las circunstancias, ¡ay!, con su abrumadora lógica, la obligaron a aceptarla. Hallábase en las unas de su insidioso prestamista, y no podía evadirse. Fue víctima de una emboscada, formada en las traidoras sombras de la miseria; cayó en una trampa de infame dinero, armada con el cebo de la vanidad.
Muy pronto no quedaron más que tres arqueros por banda y los barcos enemigos se acercaron rápidamente, con las cubiertas llenas de una turba horrible que lanzaba gritos de triunfo y blandía sables, hachas, puñales y picas. Acuden como peces al cebo, exclamó el barón. ¡Á ellos, soldados, á ellos! El estandarte aquí, á mi lado, y los escuderos á defenderlo.
Por último, y vengamos al asunto, pesándome de vivir todos los días en una misma casa, la vista de un cuarto desalquilado hace en mi ánimo el mismo efecto que produce la picadura del pez en el corazón del anhelante pescador que le tiende el cebo.
Pero como es la contrariedad en los amores cebo apetitoso y señuelo el más eficaz, el amor de Rosa hacia Andrés vago hasta entonces, lleno de vacilaciones y dudas, tomó cuerpo de pronto y se transformó en verdadera pasión. El del joven subió también algunos palmos.
Almorzó bien, recibía cuantos amigos llegaban á verle, y á todos les endilgaba la consabida historia: «Conformidad.... ¡Qué le hemos de hacer!... Está visto: lo mismo da que usted se vuelva santo, que se vuelva usted Judas, para el caso de que le escuchen y le tengan misericordia.... ¡Ah, misericordia!... Lindo anzuelo sin cebo para que se lo traguen los tontos.»
Quien desee convencerse de ello lea unos cuantos libros de aquellos grandes escritores místicos que para hacer codiciable la gloria y posible la salvación, presentaban no sólo la belleza, sino aun la mera forma corporal, como cebo y acicate del pecado.
Antoñico estaba ya de pie y listo para partir, con la gravedad y satisfacción del que se gana el pan a la edad en que otros juegan; al hombro el capazo de las provisiones y en una mano la banasta de los roveles, el pez favorito de los atunes, el mejor cebo para atraerles. Padre e hijo salieron de la barraca y siguieron la playa hasta llegar al muelle de los pescadores.
Palabra del Dia
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