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Actualizado: 2 de junio de 2025
Afligido Lebrija con esta accion del inquisidor Deza i temeroso de caer en desgracia de los Reyes Católicos, dirigió al arzobispo de Toledo don frai Francisco Ximenez de Cisneros una breve i elocuentisima Apología contra las acusaciones de sus enemigos, en la cual sin acertar á contenerse prorrumpió en estas voces de dolor é indignacion: «¿Qué es esto? ¿Dónde estamos? ¿Qué tiránica dominacion es esta que tanto oprime los ingenios? ¿No basta, no, que yo cautive mi entendimiento en obsequio de la fe, sino que en materias en que se puede hablar sin ofensa de la piedad cristiana no me es permitido publicar lo que estoi viendo por mis mismos ojos mas claro que la luz de mediodia? ¿Qué digo yo publicar; pero ni aun pensarlo, cuanto mas escribirlo á puerta cerrada i por mí solo? ¡Terrible cosa es quererme obligar á que yo mismo crea que ignoro lo que me consta con la mayor evidencia i por razones demostrativas, no por conjeturas ó argumentos probables! ¡No puede llegar á mas la esclavitud! »
Y se queda un poco satisfecha, pensando que lo hace por obligación. ¿Qué va a hacer una señora bonita, rica, y que además tiene que presentarse todos los días ante los reyes? Porque su marido es comendador mayor y contador mayor de los Reyes Católicos. Ella se llama doña Teresa Enríquez y él don Gutierre de Cárdenas.
Los altares católicos y capillas construidos en el centro han destruido completamente la inmensa perspectiva de todo el conjunto de naves; han suprimido muchas columnas y naves reemplazándolas con bastiones de malísimo gusto; y han deteriorado por precision los admirables artesonados de la techumbre y los preciosos é innumerables arabescos que adornaban las arcadas en herradura soportadas por las columnas.
Por otra parte los Reyes Católicos no obraron con justicia al ordenar la espulsion de los judíos, como ya hemos demostrado, ni dejaron bien puesto el honor del Evangelio, i en vez de hacer un verdadero servicio á la nacion española, le hicieron multitud de daños que aun hoi esperimentamos.
Lo primero, confiesan estos padres gran parte de los estados católicos, y por poder acudir á los mayores, no admiten en sus confesonarios gente pobre, y muy de ordinario confiesan á los mismos príncipes. Así es que por este camino les es fácil penetrar todos los intentos, todas las resoluciones, así de príncipes como súbditos, y al punto avisan á su general ó asistente en Roma.
I termina el breve con decir que los inquisidores Morillo i San Martin eran merecedores de un notable castigo i de la pérdida de sus oficios, i que solo por respeto á la autoridad de los Reyes Católicos, no tomaba las providencias necesarias á satisfacer á los muchos agraviados del proceder de tan avarientos i malos jueces.
A los peces del Mediterráneo los conocía mejor, y llegaba á tenerlos por buenos católicos, ya que proclamaban á su modo la gloria de Dios. De pie junto á la borda, en las tardes cálidas del Trópico, contaba, para honra de los habitantes del lejano mar, el portentoso milagro del barranco de Alboraya.
Ondea aún en la arboladura el escudo de los monarcas católicos cobijado por el águila del Evangelista San Juan, tal cual se conserva en el monasterio de San Juan de los Reyes en Toledo, así como en las monedas de oro llamadas excelentes, y en la entena de mesana la gran flámula tradicional de las armadas de Castilla .
Los católicos condenan a los librepensadores y éstos tratan a aquéllos de imbéciles, sin más ceremonias. Existe un terreno de unión, sin embargo, en los días de grandes fiestas. Católicos y librepensadores se agolpan con entusiasmo en la antigua Catedral para oír los incomparables acentos de nuestro incomparable coro.
Mientras había escrito, casi por máquina, una defensa, calamo currente, de la Infalibilidad, con destino a cierta Revista Católica que leían católicos convencidos nada más, había estado madurando su plan de ataque. Pensaba lo mismo que la Regenta: que había hecho un hallazgo, que iba a tener un alma hermana.
Palabra del Dia
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