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Actualizado: 10 de julio de 2025


Esta fué una de las cosas más señaladas de esta expedicion, y que más puede ilustrar la nacion Catalana y Aragonesa; pues cuando los Romanos, vencido Mithridates, ganaron el Asia, alcanzaron una de sus mayores glorias, y lo que el valor de tantos famosos Capitanes y ejércitos conquistó en muchos años, lo adquirieron los nuestros en menos de dos, y si con engaños y traiciones no les atajaran su fortuna, quedaron absolutos señores y Príncipes de la Asia, y quizá si se conserváran, detuvieran los Turcos en sus principios, y no les dieran lugar á dilatar ni engrandecer los límites inmensos del Imperio que hoy poseen.

Nos sirvieron de postre unas chirimoyas, fruta tropical, y mi amigo, con su chirimoya en la mano, comenzó a hablarme de la autonomía catalana. Yo le miraba, a la vez que le oía, y tenía una sensación así como si fuese de la chirimoya de donde mi amigo sacaba las ideas.

Torres Quevedo, que ha hecho una máquina para jugar al ajedrez, podría, seguramente, con mucha más facilidad, hacer máquinas que estudiasen la cuestión catalana y vendérselas o alquilárselas a los señores diputados.

A él sólo le interesaba el Mediterráneo de la Edad Media, el de los reyes de Aragón, el mar catalán. Y como si temiese molestar el orgullo regionalista de su juvenil oyente, el pobre secretario daba explicaciones. La llamada marina catalana no era sólo de Cataluña: pertenecía á los monarcas aragoneses, y entraban en ella todos sus Estados marítimos.

No pretenderé yo, á pesar de lo expuesto, que debieron morir y no resucitar nunca la lengua catalana y la lengua portuguesa. Portugal persistió y persiste como nación. Su historia, muy parecida á la de España, no es menos grande. Su literatura, proporcionalmente, he de conceder que es original y rica como la nuestra, y que tiene su carácter propio y sello nacional que la distingue.

El marino tuvo que rebuscar en el fondo de su memoria para acordarse de una chicuela de cuatro años que andaba á gatas por la playa del pueblo de su madre mientras él, con una gravedad de hombrecito, oía contar al viejo secretario del Municipio las pretéritas grandezas de la marina catalana.

Para designar á un ser bárbaro y sanguinario, todavía los griegos modernos le apodan «Catalán», y en Morea toda comadre violenta y reñidora se ve insultada por sus vecinas con el nombre de «Catalana».

¡Justicia era mejor! le contestaron muchas voces. ¡Catalana hay que hacerla en este pueblo! añadieron otras. ¡Orrrrdeeeen! ¡Afuera esa gentuza! gritaron otra vez los propietarios. ¡Abajo la comisión! ¡Y los que quieran engordar a la sombra de ella! ¡Vivan los pobres honrados! ¡Viva el duque de la Victoria! volvió a gritar el zapatero. ¡Orrrdeeen! ¡Canalla! ¡Ladrones!

Cuando los reyes formaban una flota, se componía de tres escuadras: catalana, mallorquina y valenciana. Las atarazanas de Valencia eran célebres por sus construcciones navales. De ellas salían los mejores navíos de la costa española. «Galera genovesa y navío catalán», decían los navegantes de la Edad Media como última expresión del arte naval.

De aquí se infiere que nuestra gran literatura nacional trilingüe, castellana, catalana y portuguesa, nació ó retoñó en estos idiomas vernáculos, de su antigua raíz y tronco cristianos y latinos: raíz y tronco firmemente plantados en nuestro suelo. Y si algo de fuera, si algo extraño vino á ayudar ó á fomentar el reverdecimiento de esta literatura, vino de Francia y de Italia, y no de la morería.

Palabra del Dia

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