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Actualizado: 7 de junio de 2025
Sus aficiones le dirigían al paisaje; no había pintado más retratos que el de la duquesa de Montmorency y el de una de las infantitas de España; pero ahora sentía un vivo deseo, un capricho más bien, de retratar a Venturita tal cual la había visto por primera vez, con aquel traje azul marino descotado. La joven sintióse profundamente lisonjeada.
Tu madre, Máximo me dijo, se pone cada vez más caprichosa. Sufre tanto, ¡padre mío! Sí, sin duda; pero tiene un capricho muy singular; desea que estudies derecho. ¡Yo, derecho! ¿cómo quiere mi madre que á mi edad, con mi nacimiento y en mi situación vaya á arrastrarme en los bancos de una escuela? Eso sería ridículo.
Si andaba el birlocho, era un milagro; si estaba parado, un capricho de Goya. Fue preciso conformarnos con este elegante mueble: subí, pues, a él y tomé las riendas, después de haberse sentado en él mi amigo el extranjero.
Era un capricho. No lo conocía él, pero se había asustado». Que no, hija mía; que te juro.... Que sí, que sí... Don Víctor tomó tila y acto continuo bostezó enérgicamente. ¿Tienes frío? ¡Frío yo!
Al entrar en el Casino una tarde, husmeó el acontecimiento extraordinario. Las gentes hablaban, se pedían noticias, corrían todas á una misma mesa. El amigo Lewis pasó junto á él sin detenerse. Tenía que ocurrir.... No sabe jugar.... Lo esperaba. Un poco más allá le salió al paso Spadoni. Nunca ha querido oirme... Hace su capricho... no sigue un sistema. Ya ha rodado al suelo.
Estas treinta o cuarenta personas tienen de tiempo en tiempo el capricho de llamar deliciosa a una mujer evidentemente fea, y es lo bastante para que desde ese día parezca deliciosa. La belleza de las dos hermanas no era discutible.
Por otra parte, se lamentará siempre, y con razón, hasta que sepa asociarse con su vecino para utilizar los recursos que ofrece el agua corriente. Actualmente la explotación de esas riquezas se hace con el mayor desorden y casi al azar, según el capricho de los propietarios ribereños, siendo el resultado de estos disparates, el desastre para todos, con muchísima frecuencia.
En la Ilíada, aunque no lo parece, hay mucha filosofía, y mucha ciencia, y mucha política, y se enseña a los hombres, como sin querer, que los dioses no son en realidad más que poesías de la imaginación, y que los países no se pueden gobernar por el capricho de un tirano, sino por el acuerdo y respeto de los hombres principales que el pueblo escoge para explicar el modo con que quiere que lo gobiernen.
Veíase en el venerable caserón de los Febrer con sus padres y su abuelo. Era hijo único. Su madre, una señora pálida, de belleza melancólica, había quedado enferma a consecuencia de su nacimiento. Don Horacio vivía en el segundo piso, en compañía de un viejo criado, como si fuese un huésped en la casa, mezclándose con la familia o aislándose de ella a su capricho.
En la suposición de que el amor o el capricho del Príncipe por la Condesa hubiera concluido, ¿bastaban el desagrado, el fastidio, o si se quiere, la desinteligencia, el desacuerdo para explicar el homicidio, si acaso se había cometido un homicidio?
Palabra del Dia
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