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Actualizado: 12 de junio de 2025
Pero la suerte, que de otra manera lo guiaba, ordenó que, ya que la capitana llegaba tan cerca que podían los del bajel oír las voces que desde ella les decían que se rindiesen, dos toraquís, que es como decir dos turcos borrachos, que en el bergantín venían con estos doce, dispararon dos escopetas, con que dieron muerte a dos soldados que sobre nuestras arrumbadas venían.
Llegáronse luego las otras tres galeras a la capitana, a saber lo que se les ordenaba. Mandó el general que las dos saliesen a la mar, y él con la otra iría tierra a tierra, porque ansí el bajel no se les escaparía. Apretó la chusma los remos, impeliendo las galeras con tanta furia, que parecía que volaban.
La capitana Ramona quiere al castila como á los misterios y encantos de que están impregnados sus bosques. Sea de esto lo que quiera, es lo cierto que la capitana ya es vieja y vive solo de recuerdos. Muchos conserva gratos, mas uno, según me contó muy bajito el Padre, viene de cuando en cuando á nublar todo el hermoso panorama de su juventud.
Tan luego Magallanes dió fondo, rodearon á la Capitana sinnúmero de pequeñas embarcaciones movidas por paletas que servían de remos, y por unas velas de tejido de palma. Por el gran número de embarcaciones y por la figura de sus velas, llamaron á aquellas islas de las Velas Latinas. Aquel grupo de islas hay quien cree son las Celebes de la antigüedad.
Sus palabras son órdenes que jamás comenta, de aquí el sucedido de dar á un sastre un pantalón de modelo con un remiendo y hacer siete que se le habían encargado con siete remiendos iguales. A la capitana Ramona se la pidió chocolate con leche y en el fanatismo de la obediencia creyó de muy buena fe que lo más corto era sustituir los labios del chico por la boca de la chocolatera.
Dióse orden á todas las naves que siguiesen la capitana, sin decirles dónde habían de acudir si acaso se perdiesen unas de otras, como suele acontecer.
Esta noticia produjo grandísimo aliento en los desfallecidos ánimos, internándose la escuadra por el canal, el cual debiendo ser nuevamente reconocido por haber llegado á puntos difíciles, salió en nueva exploración la San Antonio, la que se esperó en vano, sabiéndose después, que habiéndose perdido en el intrincado laberinto de aquel peligroso paso, y no encontrando á la Capitana, tomó rumbo á España.
El visitante, que no por tener curiosidad dejaba de tener necesidades, sintió la de comer á las pocas horas de llegar á Talisay; le formuló su deseo á la bella capitana, no dice la crónica si en pocas palabras, aunque sí asegura que la vergonzosa mirada de ella fué sostenida con larga insistencia y picaresca intención.
Con esto Berenguer sin advertir en lo pasado, y en los daños en que su confianza le habia puesto, se fué á la Capitana, donde Eduardo de Oria con otros muchos caballeros le recibió y acarició. Comieron y cenaron juntos con mucho gusto y amistad, tanto que Berenguer se quedó á dormir en la Capitana, prosiguiendo hasta muy tarde algunas platicas en razon de su conservacion.
Quedan la capitana y vizcaina En gran peligro surtas junto á tierra: Mas luego en un momento muy aína La vizcaina el ancla desafierra: Agarrando dos leguas ya camina En luengo de una costa y de una sierra; Mas no se osa meter en la mar brava Con el temor de la agua que faltaba.
Palabra del Dia
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