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Actualizado: 11 de mayo de 2025


Antiguamente todas las obras de las provincias las hacía el fraile ó el Alcalde con el trabajo personal, ó sea la antítesis de la falla; entonces se hacían obras que requerían trabajo duro, constante y pesado; antes la vigilancia podía hacerse porque se localizaba el trabajo en un punto dado al que podía llegar la inspección; antes un fraile decía á un Alcalde, ó un Alcalde á un fraile, vamos á hacer una iglesia, como San Agustín por ejemplo, ó un puente como el de la Perseverancia, pongo por caso, y tras aquellas palabras, ni más papeles ni más expediente, se abría á las pocas horas un cimiento por la piqueta de la prestación personal, cuya prestación personal no dejaba la obra hasta que fijaba en su punto mas culminante una sencilla cruz con el añejo «Finís coronat opus». El trabajo personal entonces era una verdad, se circunscribía al círculo de los muros de un convento ó al espacio que separan los estribos de un puente, y la prestación personal perfectamente vigilada sabía que desde formar el horno para hacer la cal hasta cepillar el último trozo de madera, todo lo había de hacer.

En todos estos casos de fiebres y de enfermedades febriles, con ó sin lesion orgánica ó flegmasía crónica constante, el carbonato de cal requiere el predominio del frio, la debilidad muscular, bocanadas frecuentes de calor, sudores nocturnos ó matutinales, edema, enflaquecimiento ó polisarcia, aspecto pálido y exacerbaciones que remiten por la tarde, sin calosfríos antes del calor, pero con frio en las estremidades durante el calor, grande sensibilidad al frio y dolores contusivos.

¡Oh, la sonora escalera, los corredores enlucidos con cal, la oliente cuadra, los correajes que se lustran, la tabla del pan, las cajas de betún, los camastros de hierro con manta gris, los fusiles que brillan en el armero!... ¡Rataplán! ¡Rataplán!... ¡Rataplán! ¡Rataplán!...

Como desde luego consta de un pie de fuerza de 500 hombres, son suficientes para acudir al punto de defensa, y á los demas trabajos consiguientes, sabiéndolos distribuir. Construidos hornos de cal y ladrillo, proveerán lo necesario á nuestro intento.

Saliendo, en este tiempo, por cal de Tintores a la plaza de San Francisco, y habiendo andado muy pocos pasos, volvió la cabeza y vió que le venían siguiendo Cienllamas, Chispa y Redina; y, dejando las muletas, comenzó a correr, y ellos tras él, a grandes voces diciendo: ¡Tengan ese cojo ladrón!

De los renglones más necesarios a la conservación y comodidad de los hombres sólo faltan dos en esta provincia, que son la sal y la cal; del primero es preciso abastecerse de Buenos Aires o del Paraguay, y el segundo se suple, para blanquear las iglesias y habitaciones, con caracoles grandes calcinados, que los hay en los campos con mucha abundancia, y de ellos se hace exquisita cal, pero ésta sólo alcanza para blanquear y no más.

En el cuarto de la señá Casiana, una vecina se aventuró á decirle: «D. Francisco, á nosotras no nos la da usted.... A usted le pasa algo. ¿Que demonios tiene en esa cabeza ó en ese corazón de cal y canto

Los fenómenos nerviosos y morales del carbonato de cal manifiestan un estado de padecimientos crónicos y de nutricion enfermiza; el moral le espresa por la ansiedad, la impaciencia, abatimiento, tristeza, sustos, hipocondría, indiferencia, falta de memoria y de voluntad.

Mas ¿es posible que siendo usted una santa bendita les tenga miedo a los maldicientes? Ya sabe usted, don Modesto, lo que vulgarmente dicen los que piensan mal de todo: entre santa y santo, pared de cal y canto. Pero entre usted y yo dijo el comandante no hay necesidad de poner ni tabique.

Esta exigiria mas bien el bromo, el sulfuro de cal y el mercurio; pero proponiéndonos en este momento investigar los agentes que modifican el estado de la sangre de una manera especial, debemos preferir el arsénico á los medicamentos mas relacionados con las exudaciones plásticas.

Palabra del Dia

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