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Actualizado: 13 de junio de 2025


Parecía irritado, furioso; sus mandíbulas se agitaban como si hubieran querido triturar algo. He alejado a Roberto dijo. Necesito hablar a solas con usted. Entonces me tomó la mano y me condujo al comedor, donde la cafetera humeaba todavía. Tengo por usted un respeto muy grande, señorita comenzó enjugando las gotas de sudor de su frente.

Parece que se ríe mirándonos, porque también tiene ojos; y más allá hay una con joroba, y otra que fuma en pipa, y dos que se están tirando de los pelos, y una que bosteza, y otra que duerme la mona, y otra que está boca abajo sosteniendo con los pies una catedral, y otra que empieza en guitarra y acaba en cabeza de perro, con una cafetera por gorro.

¿En dónde lo trincasteis? insistió el señor con más interés que nunca, dando dos cuartos al raquero. Pos en esa freata que están aforrando en el paredón contestó Cafetera con la mayor sencillez, guardándose los cuartos en el faldón de la camisa y escupiendo por el colmillo.

Entregado éste y el cronómetro á la autoridad, declaró Cafetera, llamóse á Pipa y á Michero, cantaron todos de plano, y fueron al punto conducidos á la cárcel, de donde después de algunos meses de reclusión, salieron ... á tirar del Bombo de la Carraca.

Todos los días viene al dar las cuatro: el mozo no ha menester que le hable una palabra: apenas se ha colocado aquél en su silla, ya tiene la cafetera encima de la mesa. Toma, paga y se duerme. Esa es la principal ocupación de don Julián. Tomar café una vez cada día. ¿Y qué hace en el café aquel viejo?

Precisamente se dirigía ella hacia Delaberge llevando en una mano la cafetera y en otra una taza que le ofreció. Cuando hubo servido a todos, volvió a sentarse en el canapé, no lejos de Delaberge, quien, de pie todavía, acababa de beberse su taza. Señor inspector le dijo ella, estaría usted muchísimo mejor si tomase asiento.

Después de prometer á Cafetera la compra como éste decía, del estrumento, mandóle que le siguiera para entregarle el dinero, lo cual hizo al punto lleno de júbilo el incauto raquero, sin sospechar lo que le había de suceder, cosa que le hubiera sido muy fácil al ser tan diestro conocedor de los atributos de un comisario de policía como de la verdasca de un cabo de mar.

En ella formaron círculo, y el capitán, después de escupir contra la cara del más inmediato, echó mano á Cafetera y así le habló: Ya sabes, nene, dónde se compra cuanto se apanda. Mucho ojo y mucha vela. En un apuro, cuenta con nosotros. Raquear, á barredera, y mejor el cobre que el chicote. Si ves que andan las chapas, al vuelo ... y aprieta á correr.

Si continuaba en sus ensueños, iba a proponerle el amor en pantuflas al lado del fuego, ella mal peinada y con bata, cortando meticulosamente las tostadas, vigilando el hervor de la cafetera; él con una pipa enorme, leyendo gacetas y acariciando la cabeza estoposa de un niño que no era suyo... ¡Muchas gracias!

Convengamos en que tal vez Cafetera, y El Tuerto, y Tremontorio, y El tío Jeromo, y Juan de la Llosa, y el mayorazgo Seturas, y el jándalo Mazorcas, y hasta el erudito Cencio, serán de mal tono en un salón aristocrático; pero vayan a consolarse con sus hermanos mayores Rinconete y Cortadillo, Lázaro de Tormes, Guzmán de Alfarache, y con los venteros, rufianes y mozos de mulas de toda nuestra antigua literatura, y con los héroes del Rastro, eternizados por don Ramón de la Cruz.

Palabra del Dia

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