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Actualizado: 15 de mayo de 2025


Y Radjí, con marcha lenta, afanosa, el huertecillo cruzando, seguido de su señora, el rastro tomó en demanda de la pintoresca loma del Albaicin, por callejas estrechas, ágrias, medrosas, ó entre vallados floridos de cármenes, cuyo aroma el aire con su fragancia perfumaba deliciosa.

En el gabinete de lectura, Trifón Cármenes repasando Ilustraciones antiguas; en el tresillo ni un socio; no le quedaba más que el dominó, que le era antipático por el ruido de las fichas y por aquello de estar sumando sin parar.

Murió. Murió el miércoles Santo. El Magistral y Trifón respiraron. También respiró Somoza. Los tres hubieran quedado en ridículo a suceder otra cosa. En cuanto a Cármenes, terminó sus versos de esta suerte: No le lloréis. Del bronce los tañidos himnos de gloria son; la Iglesia santa le recogió en su seno... etc.

Así se había hecho un redomado escéptico en materia de prensa. «¡Si sabría él cómo se hacían los periódicos!». Cuando franceses y alemanes vinieron a las manos, El Corresponsal dudaba de la guerra: era cosa de los bolsistas acaso; no se convenció de que algo había hasta la rendición de Metz. El poeta Trifón Cármenes también acudía sin falta a la hora del correo.

No eran fúnebres lamentos, las campanadas como decía Trifón Cármenes en aquellos versos del Lábaro del día, que la doncella acababa de poner sobre el regazo de su ama; no eran fúnebres lamentos, no hablaban de los muertos, sino de la tristeza de los vivos, del letargo de todo; ¡tan, tan, tan! ¡cuántos! ¡cuántos! ¡y los que faltaban! ¿qué contaban aquellos tañidos? tal vez las gotas de lluvia que iban a caer en aquel otro invierno.

Ellas van en peregrinación al Laurel de la Zubia, de merienda á los cármenes y avellaneras del Sacro Monte, y de campo formal, en tartana, al Fargue, á Huétor del Genil ó á la Fuente Grande de Alfacar, verdadera maravilla de la naturaleza.

Tu eres la amada que jamás se olvida, La labradora, de ilusión vestida, Que hace de eriales, cármenes fecundos, Y si ante el Cid, Castilla no se ensancha, En cambio Don Quijote de la Mancha Tiene por lanza el cetro de los mundos. ¿Qué te importa que en tierras del Oriente Coronaran de abrojos la tu frente? ¿Qué, el que las Américas en coro Se desprendieran todas de tus brazos?

el Magistral lloraba para dentro, mirando a la luna a través de unas telarañas de hilos de lágrimas que le inundaban los ojos.... Mirábala ni más ni menos como decía Trifón Cármenes en El Lábaro que la contemplaba él, todos los jueves y domingos, los días de folletín literario. «¡Medrados estamospensó don Fermín al dar en idea tan extravagante.

Cuando todos estos rumores llegaron a los oídos del rey y de su hermano, ambos anhelaron obsequiar a Morsamor, ver a las dos hermosas princesas y mostrar a él y a ellas el esplendor de la capital de su reino y la fértil amenidad de los huertos y cármenes que a imitación y en competencia de Chiraz había en su ruedo y en ambas orillas del Sabaki, que desemboca en la mar a corta distancia.

Palabra del Dia

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