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Actualizado: 8 de junio de 2025
Las muecas de la cabeza esculpida, al moverse por medio del resorte de la manera ya indicada, divirtieron mucho a los jóvenes brasileños, y no pocos se apresuraron a ser presentados a Juan Maury para que les enseñara el bastón, cuyo éxito fue tan grande que le pidieron las señas de la ciudad y de la tienda donde le había comprado, y pidieron una buena remesa de ellos para Río.
Algunas mesas estaban libres, y los pasajeros esforzaban su memoria para recordar a los que se habían quedado en Río Janeiro. En otras se agrupaban los brasileños recién embarcados. Iban a Montevideo, y allí transbordarían a los vapores fluviales que, siguiendo el Paraná y el Paraguay, llegaban, tras veinticinco días de viaje, al corazón de su país.
Las calles todas están sin empedrar, sucias y en muy mal estado: hay un jardin modestisimo que llaman paseo público, algunos edificios regulares, un teatro, tres ó cuatro hoteles, dos paseos, y esmerado deseo de demostrar al extranjero que la limpieza no es el fuerte de los brasileños; pues lo mismo en Bahia que Pernambuco y Rio Janeiro se distinguen por esa especialidad.
Los intercambios culturales pasan por la voluntad de ponerse al alcance de la persona que queremos encontrar. Y este esfuerzo pasa por la aprehensión de su lengua. Por supuesto mis palabras son muy utópicas. Concretamente, cuando hago mi actividad de vigilancia en la web, echo pestes contra algunos sitios web noruegos o brasileños que no incluyen el más mínimo párrafo en inglés."
Si Rafaela iba al Brasil y cantaba y bailaba allí con originalidad de muy distinto género, ya que el elemento o fondo primitivo de sus canciones o era indígena de nuestra Península o provenía acaso de Arabia o del Indostán por medio de los gitanos, Rafaela, sin duda, iba a pasmar agradablemente a los brasileños por la exótica extrañeza de sus cantos y de sus bailes.
Este arranque de la outrecuidance parisina enojó en extremo a los brasileños más patriotas, faltando poco para que no le produjese a la Stolz el amargo fruto de una silba. Por fortuna la filarmonía pudo más en esta ocasión que el patriotismo vidrioso, y la Stolz fue aplaudida frenéticamente, y llevada a su casa en triunfo, con música, antorchas y faroles encendidos.
Ignoro si los brasileños han advertido el contraste, en cuanto á mí, yo lo aprobé con toda mi alma, felicitándome de ver mejor alojados á los locos que al emperador; ¡ojalá sucediese lo mismo en todos los paises del mundo! los enfermos, los desgraciados, los dementes, necesitan indudablemente mas que los monarcas, las comodidades, el aseo, el aire sano, las grandes habitaciones: y en fin, yo entiendo que la desgracia es mas digna de un palacio, que todas las grandezas humanas.
Pero habían ocurrido las cosas de un modo tan confuso e ilógico, que no sabía Fernando ciertamente si era él quien había repelido a la joven o ella la que le había abandonado a impulsos de un nuevo deseo. Pasó el resto de la tarde hablando con unos brasileños que iban a transbordar en Montevideo, siguiendo ríos arriba hasta el interior de su país.
Palabra del Dia
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