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Actualizado: 13 de junio de 2025


Hablar de Basilea es lo mismo, en rigor, que hablar del medio-canton da Basilea-Ciudad, toda vez que su territorio está reducido al que ocupa la ciudad sobre las dos márgenes del Rin, y su término circunvecino de jurisdiccion, que en su mayor parte está enclavado en el territorio del gran-ducado de Báden.

De Paris á Basilea, que es la primera ciudad de Suiza, entrando por Estrasburgo, hay una distancia de ciento cuarenta leguas, que recorrí en el brevísimo tiempo de diez y seis horas, con la mayor comodidad, y sin el mas ligero accidente, pues el camino de hierro de que hablo es quizá el mejor de la Francia. Es ciertamente prodigioso y admirable el vuelo de las vias férreas.

Para ir á Berna desde Basilea es preciso resignarse á la diligencia, pues el camino de hierro que ha de unir ámbas ciudades, se encuentra solo en proyecto: felizmente la travesía se hace en doce horas, y con todas las comodidades posibles . Lo primero que me ocurre consignar, es el admirable estado de las carreteras de Suiza. Sin ceder á ningunas de las mejores de Europa, las sobrepujan en número.

Morat es de orígen antiquísimo y muy ligado á tradiciones heróicas, y célebre por la famosa batalla que ganaron en sus cercanías, en junio de 1476, los confederados de Berna, Friburgo, Basilea y otras comarcas, contra el poderoso ejército de Cárlos el Temerario, batalla que aseguró la independencia de esos pueblos respecto de los duques de Borgoña.

Una de las principales bellezas que tiene para Basilea, es el celebrado Rin, rio, que como elegantemente dice madame de Stael, semeja el genio tutelar de la Alemania, con sus ondas puras, rápidas, majestuosas, como la vida de un antiguo héroe. El Rin efectivamente es magnífico, parece inalterable, á juzgar por la eterna serenidad de sus cristales.

Los sitios que él recorre participan de su quietud. En Basilea, punto en que le por primera vez, se presenta tranquilo, é imponente por su grandeza. Corre silencioso á los piés de la catedral, y á la izquierda se pierde en lontananza, como una inmensa sábana de luz: á la entrada de la ciudad hay un larguísimo puente que salva toda la anchura del rio.

La decoracion de la naturaleza cambia de repente al entrar en Suiza. Vamos á Basilea. El que ha visitado nuestras Provincias Vascongadas, tiene una idea muy aproximada ya de la pintoresca Suiza.

Bien dicen que ese Godoy es hombre sin estudios. ¡Si creerá él que se gobierna una nación tocando la guitarra! Después de la paz de Basilea continuó el joven , nos vimos obligados a enemistarnos con los ingleses, que batieron nuestra escuadra en el cabo de San Vicente.

Casi hácia la mitad de la desigual llanura que media entre Basilea y Kehl, demora la antigua ciudad de Freiburgo, al pié de algunos contrafuertes de la Floresta-Negra, y en la confluencia de dos lindos vallecitos que desembocan sobre la llanura y cuyas aguas forman el riachuelo llamado Dreisam.

A las ocho horas de haber salido de Basilea , entré en Berna, notando la extraña costumbre que tienen todos los mayorales de diligencias de la Suiza de tocar una corneta al entrar y salir en las poblaciones: hace muy buen efecto, porque todos ejecutan algun aire del pais que da mas suavidad al movimiento. Estamos en Berna.

Palabra del Dia

lanterna

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