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Así como el ferrocarril frances gira sobre la izquierda del Rin, por el pié de los Vosgas, desde Basilea hasta Estrasburgo, el ferrocarril aleman, que ha descendido hasta Basilea desde la region del lago de Constanza, sigue surcando el valle del Rin, entre su márgen derecha y las montañas de la Floresta-Negra, en direccion á Carlsruhe, Francfort, etc.

Donde quiera, en el trayecto que média entre Basilea y el valle de Báden-Báden, la llanura es unida y tersa, variando mucho en anchura, y ofrece á las miradas del viajero un conjunto de magníficos paisajes. De trecho en trecho, particularmente del lado de las montañas, aparecen graciosas villas y aldeas, ó del lado del Rin se muestran algunos bosques, mantenidos con esmero.

El territorio de Báden, teniendo su extremo superior en la ribera setentrional del lago de Constanza y el inferior abajo de la confluencia del Nékar con el Rin, ocupa el espacio comprendido entre el ángulo del gran rio, trazado de Constanza á Mannheim y que tiene su vértice en Basilea, tocando en el interior á las fronteras de Wurtemberg, Baviera y el gran-ducado de Hesse-Darmstad.

Uno de ellos, suizo de nación, médico excelente y filósofo de raro y agudísimo ingenio, está avecindado en Basilea, y es generalmente conocido con el nombre de Paracelso; otro, no menos singular, se llama Cornelio Agripa, natural de Colonia, en las orillas del Rhin; otro, que tiene más fama de brujo que los demás, y dicen que va siempre acompañado de un diablo en figura de paje, lo cual ya comprenderás que es una patraña, se llama el doctor Juan Fausto; y otro, por último, con quien estoy yo en más frecuentes y cordiales relaciones, vive ahora junto a Sevilla, en un convento en la margen del Guadalquivir, y se llama el Reverendo Padre Fray Ambrosio de Utrera.

En este punto se descansa un cuarto de hora; los viajeros, y los equipajes que siguen á Suiza, se trasladan á otro tren. De Paris á Basilea, la Champagne, admirable y rica, y Nancy, ciudad importante. A las ocho de la mañana, doce horas justas despues de haber salido de Paris, parti de Estrasburgo, entrando en Basilea á las cuatro horas.

En la Biblioteca de Basilea un ejemplar del Elogio, con notas marginales del mismo Erasmo, con dibujos de su amigo Holbein. En el Museo el retrato de Lutero, y el de Holbein.

La pulcritud de las casas y calles de Basilea, como de todo mobiliario, es admirable. Se diría que allí vive una colonia de Holandeses, eternamente ocupada en las faenas del cepillo, la esponja y la brocha.

Allí todo parece indicar una constante preocupacion con los intereses públicos, el celo esmerado con que se ha cuidado de erigir monumentos sólidos á la instruccion, la beneficiencia, la economía popular, etc. La Universidad de Basilea alcanzó gran celebridad en Europa en otros tiempos, y hoy es todavía un instituto muy digno de estimacion.

El canton de San Gall cuenta con sus celebradas blondas y encajes, industria avanzadísima, que cada dia prospera mas. El canton de Zurich ocupaba en 1855 en la manufactura de seda 30,000 trabajadores, contando 24,000 telares. El canton de Basilea, industrioso tambien por excelencia y muy comercial, es uno de los mas ricos de la Suiza.

Intenta la reforma eclesiástica el concilio de Constanza; aborta esta reforma en Basilea, y Cárlos VII de Francia se atreve á ponerla en planta por medio de una pragmática sancion; pero de nuevo la deja frustrada el concordato de Francisco I con Leon X. Intenta la reforma religiosa Juan de Hus en Bohemia, y en la misma ciudad de Constanza es quemado como herege.