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Actualizado: 1 de mayo de 2025
La fama de tus bizarrías había llegado hasta nosotros. Consideramos útil tu auxilio y yo fui a buscarte. Harto bien sabes lo demás por haber sido tan principal actor en todo. Lo que tú ignoras es que Urbási se halla de nuevo en grave peligro. Ha desdeñado al rey muslime y se le ha resistido, pero no desdeña menos a Balarán, el cual la adora y está resuelto a hacerla suya de grado o por fuerza.
La posición de Morsamor y de los suyos parecía inexpugnable, merced a su desesperada resistencia y a la consternación de unos contrarios sin caudillo. Pronto, no obstante, se rehicieron estos, fiados en su muchedumbre y aguijoneados por la vergüenza y por el deseo de que la muerte de Balarán no quedase impune. No era como el alcázar de Benarés el edificio en que Morsamor se refugiaba.
No bastó la habilidad de los raptores y no bastó el secreto con que la ejercieron, para que Balarán dejase de presumir y aun de tener por seguro que el tirano Abdul ben Hixen, ardiendo por Urbási en lascivos amores, era quien la había robado y quien en su harén la guardaba cautiva. Entonces Balarán no vaciló un instante. Forjó su plan y lo realizó con presteza de acuerdo conmigo.
Previos muy corteses saludos y sin otro preámbulo, Narada, dijo lo siguiente: La verdad, sin jactancia, es que yo he fomentado y estimulado la ambición de Balarán desde mucho tiempo ha, infundiendo en su alma mi ardiente deseo de sacudir el yugo de los muslimes.
No quiso comprometer en ella sino a los que le fuesen completamente adictos y estuviesen resueltos a arrostrar el enojo de Balarán y a resistir el poder que ellos habían contribuido a poner en sus manos.
Los caballos y los elefantes, de que Tiburcio y los suyos se habían apoderado, cedidos luego o vendidos a Balarán, príncipe de los brahmanes, produjeron cuantiosa suma de rupias. La rebelión triunfante, había entronizado a Balarán, invistiéndole de omnímodos poderes; concediéndole lo que en Europa llamamos la dictadura.
Era Balarán de nobilísima prosapia, de majestuosa presencia y de bello rostro resplandeciente en juventud lozana; era celebrado por su profundo conocimiento de los Vedas, de las Leyes de Manú, de los Puranas y demás libros sagrados, y de todos los sistemas filosóficos-ortodoxos y heterodoxos de la India; y era venerado además por su energía, por su fe inquebrantable en los altos destinos de su religión y de su casta, y por otras raras virtudes aparentes o verdaderas.
Muerto Balarán, y sabiendo ya Babur por sus esculcas las apenas creíbles hazañas de Miguel de Zuheros, iba, según anunciaba Tiburcio, a recibirle con palmas y laureles.
El jefe supremo de los brahmanes, el sublime y venerando Balarán, alma de la conjuración, sabe lo que vales y solicita misteriosa y recatadamente tu auxilio. Para alcanzarle ha venido a Goa en tu busca el sabio brahmán Narada, confidente de Balarán, que ha hablado ya conmigo y que pide audiencia para hablarte.
Rojas llamas se levantaron lamiendo y escalando los muros. Negra y espesa humareda envolvió el edificio como en velo enlutado de fúnebres crespones. Nada había advertido Morsamor. Satisfecha en Balarán su venganza, daba rienda suelta a su pena, abrazado al cuerpo inerte de Urbási, cubriéndole de besos y de lágrimas y anhelando hacerle revivir con su aliento.
Palabra del Dia
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