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Actualizado: 19 de junio de 2025
Con un pedazo de lápiz tamaño así, y un papel de cigarro, basta para hacer el gran balance. Es la liquidación fácil, porque es la última... y palante». Mariano y su colega le oían absortos. «Dice este continuó el estampador, incansable en la denuncia que él ha de poder poco o ha de soltar pronto la blusa.
Los dependientes que estaban haciendo el recuento y balance, metían en las arcas de hierro los cartuchos de oro y los paquetes de billetes de Banco, sujetos con un elástico. Otro contaba sobre una mesa pesetas gastadas y las cogía después con una pala como si fueran lentejas.
Dos días antes, don Ramón, al hacer el balance del mes, notando que resultaban en su favor quinientas pesetas, procedentes sin duda de un error en la cobranza, había ido a confesar la involuntaria falta, entregando la cantidad al cura para que la repartiese entre los pobres. Y la noticia circulando de boca en boca, agrandábase, llegando a arrancar lágrimas de enternecimiento. ¡Qué hombre aquél!
Lloraba, al excusarse con palabras entrecortadas, mirando las podaderas con ojos de terror, como si le hipnotizase el frío del acero. Venía del escritorio... había velado... estaban en el trabajo del balance... Gano dos pesetas, señores... dos pesetas. No me peguen... me iré a casa; mi madre me espera... ¡aaay!... Fue un alarido de dolor, de miedo, de desesperación, que conmovió toda la calle.
Por momentos iba ensanchando su acción: cada mes conquistaba un mercado nuevo; todos los años su balance comercial aparecía aumentado en proporciones inauditas. Sesenta años antes tenía que tripular sus escasos buques con los cocheros de Berlín castigados por la policía.
Y aquella tarde vendió a otros del oficio, por la mitad de precio, cuanto había en los escaparates, y la botica quedó limpia sin necesidad de escoba. Cuando al día siguiente fué Carapulcra en busca del compañero para dar principio al balance, se encontró con que el pájaro había volado, y por única existencia la garrafa de los peces.
Y hubiera podido pasarse un balance de pro y de contra, de cargo y de data, de debe y de haber, para saber cuál era su saldo, si no hubiera él comprendido la triste tarea que se impusiera y decretado que ella reclamaba su propio sacrificio.
Pero ¿quién puede hacer el balance de los fusilamientos ordenados allá por unos y por otros? ¡He visto tantos!... ¡Cuesta tan poco dar una orden que suprime á un hombre!... Nunca tuve con él motivos de queja. ¡Excelente muchacho!
Limosnas mensuales, cuánto. Después lo paso todo al Mayor, donde se puede saber, día por día, lo que gasto, y hacer el balance... Usted calcule: si Francisca hubiera hecho balance, no estaría como está. Cierto, señor, muy cierto. Y yo le digo a la señora que haga balance, que lleve todo por apuntación, lo que entra como lo que sale.
Y ambos movieron la cabeza con urgencia; hicieron con ella un balance para cazar la visual del adversario, pero ¡oh, contratiempo! Una mirada vaga e indecisa, de la cual tenía yo una vaga idea, recorría la fila de los palcos sin detenerse en los brillantes de mi tía, y el saludo fue un saludo en el vacío. Mi tío tosió para disimular el contratiempo.
Palabra del Dia
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