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Y, haciendo una lazada corrediza al cabestro, se la echó a la muñeca, y, bajándose del agujero, ató lo que quedaba al cerrojo de la puerta del pajar muy fuertemente.

Tiene á su madre contestó Clara, bajándose para recoger una cosa que no se le había caído; su madre, que es una cariñosa mujer, muy santa y muy buena. Pues ya ... Bien se conoce que así había de ser afirmó Paula, hojeando al santo. Me figuro que será una mujer excelente. Así es. Bien merece ese joven que se le proteja. Cuando el alma es buena ... ¿Quien no pecará alguna vez?

Pero fue con toda calma, montando sobre la barrera como si estuviesen impedidos de las piernas, y bajándose después poquito a poco; parecía que iban a entrar en un baño de agua fría. Uno de ellos tuvo la audacia de separarse como cinco o seis pasos del tablero, y llamar la atención del novillo con el capote.

Aquí no estaba á la sazón más que una hermosa mujer que charlaba por los codos y marchaba sin compás, unas veces á brincos y otras arrastrando los pies, bajándose á lo mejor para tomar una piedra y arrojarla al río, ó pegando golpecitos con la sombrilla en las ramas de los árboles. Pronto divisaron la casa solariega de los Estrada encima de la carretera como á unas cien varas.

Sepa yo al menos por qué. ¿Es por tu padre? ¿es por tu marido? ¿es por tu hijo? ¿es por el mundo? ¿es?... Es murmuró ella bajándose y con gran dulzura . Es... por Dios. ¡Dios! gimió el pesimista . Y si no lo hub.... Una mano le tapó la boca. ¡Duda usted aún después de que hoy, por un milagro... usted lo dijo, por un milagro... ha preservado su vida!

Alarmóse la susceptible conciencia del Marqués, y después de echarle un sermón consolatorio á Paz, ésta se quedó sin marido, con la triste circunstancia de que se ponía cada vez más gorda, y ni bajándose el talle podía disimular aquel mal.

Bajándose entonces la gorguera mostrole a Ramiro la terneza de su garganta. El mancebo se sintió desconcertado ante aquella blanquísima piel donde minúsculo lunar exasperaba el deseo cual voluptuosa pimienta.

Esta a su vez sintió que renacía la chiquilla callejera de antaño, y bajándose prontamente, alzó del suelo una botita y estampó el tacón de plano en la inflamada mejilla que vio próxima a las suyas: y con tanto brío menudeó los golpes, que a uno que le alcanzó entre los ojos, el bárbaro galán hubo de exhalar imprecaciones sofocadas, retrocediendo y dejando el campo libre.

¡Buena la habéis hecho! dijo la señora María bajándose de una silla, á la que se había encaramado para fregar una vidriera, y viniendo hacia el cocinero mayor con un estropajo en la mano : ¡buena la habéis hecho, señor Francisco! ¿Pero qué he hecho yo? exclamó asustado el cocinero, porque le constaba que la señora María no hablaba nunca en balde.

Accesos de furor sacudieron un instante sus miembros al hallarse impotente contra los muros blancos, que parecían mirarla con apacible indiferencia; y de pronto, bajándose, recogió un trozo de ladrillo que la casualidad le mostró, a la luz de un farol, caído en el suelo, y con airada mano trazó una cruz roja sobre la oscura puerta reluciente de barniz, cruz roja que dio mucho que pensar los días siguientes a doña Dolores y al tío Isidoro, que recelaban un saqueo a mano armada.