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Actualizado: 7 de junio de 2025


Contábase que el ayudante, mirando desde la cama por el balcón de su cuarto las tapias del cementerio, había dicho con acento de profunda convicción: «El pobre Sinforoso no tajdará muchos días en dojmij allí para siempreTales palabras produjeron gran sensación en la villa, porque se le suponía con arrestos para llevar a cabo el propósito.

Esos hombres se precipitan en el porvenir, en vapor a toda máquina, a caza de lo que ellos llaman una posición, y a esto sacrifican todo lo demás: ¡tristes existencias atormentadas, para las que el día de la vida no tiene aurora! Rafael, eso es filosofar dijo el duque sonriéndose . ¿Sabes que si Sócrates hubiera vivido en nuestros tiempos, serías su discípulo más bien que mi ayudante?

Comenzó de escribiente en el ayuntamiento; después había sido secretario del juzgado municipal, pasante del notario y ayudante en el Registro de la propiedad.

Simon Zárraga, que ha hecho de la tierra argentina su segunda patria, me contaba en Caracas, que en 1826, siendo ayudante de Bolívar, fue enviado por el Libertador a la costa para conducir a Bogotá dos caballeros franceses que venían en misión diplomática cerca de él. Uno de ellos era el hijo del famoso duque de Montebello.

Se diría que hasta para hablar, hasta para pronunciar algunas palabras, le faltaban ya bríos. Fray Miguel estaba postrado en cama y callado como muerto. Sólo acudían a visitarle en su celda el Padre Ambrosio, cuya reputación de excelente médico era grandísima e indiscutible, y el hermano Tiburcio que, ayudante del Padre, cuidaba de Fray Miguel, y le suministraba alimentos y medicinas.

En aquel momento abriose la puerta, y se presentó el general, apoyado en el brazo de su ayudante de campo. Enrique, al ver al médico, corrió hacia él y tendiéndole la mano, dijo: Doctor, ¿usted por aquí?... En seguida, agregó, presentándonosle: Señoras y señores, es mi Esculapio... el que me ha curado la herida, el que me ha recetado las aguas de Barèges. ¿No es cierto?

Hallólos un poco polvorientos allá en un rincón de su cabeza. De buena gana hubiera abierto el antiguo tratado de estrategia que tenía en su librería más polvorienta aún: pero no había tiempo. á tu marido manifestó al cabo con autoridad militar como si se dirigiera á un ayudante de órdenes que suba al corredor de la parra por si se intenta el asalto por entrambas fachadas.

Con irse el fiscal y no volver; marcharse enseguida los abogados y el médico que le acompañaban, y antojársele a Leto que se quedaba el Ayudante algo mustio sin los mirones que le entretenían, y que apestaban más que de ordinario los reverberos de petróleo, le fue entrando tal flojedad y tal disgusto, que se dejó llevar de calle la mesa para acabar cuanto antes el partido.

...y el marqués me dijo: «Ahora te toca á ti, Toledo; á ver cómo cargas á la bayonetaEntonces, yo desnudé el sable, y á la cabeza de mi regimiento... Es un verdadero soldado interrumpió la princesa . Un digno compañero de mi héroe... El marqués me habló muchas veces de él. Y estaba segura en aquel momento de haber oído contar al taciturno Saldaña las proezas de su ayudante de campo.

Después, en su adolescencia, fué de ayudante con algunos arrieros, cuidando las mulas en los malos pasos para que no se despeñasen. En estos viajes por las interminables soledades no temía á los hombres ni á las bestias.

Palabra del Dia

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