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Actualizado: 15 de octubre de 2025
Las aguas, detenidas por la barrera, aumentando su nivel y salvando los obstáculos, se desbordan en cascadas; el torrente, fuera de su curso normal, se lanza en repentinos y gigantescos borbotones; los monstruos se agitan convulsivamente haciendo temblar y gemir su madera. A este caos movible tiene que atacar con denuedo el conductor de la armadía.
En su fuga encontró otro picador, repitiendo el salto, el bufido y la huida. Luego tropezó con el tercer jinete, el cual, avanzando la garrocha, le picó en el cuello, aumentando con este castigo su miedo y su velocidad.
Comenzó por abrir la carta con la punta de los dedos; me miró sonriendo, leyó unas cuantas líneas, volvió a sonreír, y por último, aumentando su jovialidad, prorrumpió en una franca carcajada que a mí me dejó desconcertada. Con todo, como acabó de leer la carta de cabo a rabo, ya iba yo recobrando una ligera esperanza, cuando súbitamente vi que la rasgaba.
Lo que resulta, sin duda alguna, consecuencia de los relatos contenidos en esa literatura que constituye la única lectura del pueblo, es el fomento de la ignorancia, propagando de una manera tan efectiva todas las supersticiones antes mencionadas y aumentando con ellas el caudal de errores que por desdicha gobierna la mentalidad de la masa del pueblo.
El mal tiempo y los estragos del continuo batallar en los campos de la provincia, trajeron consigo la pérdida de las cosechas, aumentando la carestía de los artículos de primera necesidad hasta el punto de que en la capital el hambre se inició con todos sus horrores.
Sus haberes, dado el cargo que desempeña su marido, son suficientes a sus necesidades, porque aun cuando en el fondo no sea su fortuna muy considerable, es seguro que la irá aumentando rápidamente. En Chambery abunda poco el lujo, todas las fortunas son limitadas: tengo, pues, motivos para creer que ha de vivir con desahogo y tranquilidad.
El señor José llevábase una mano a los ojos, fregoteándolos para que las lágrimas retrocediesen. ¡Un hijo suyo en la cárcel!... Le parecía que todo su pasado de áspera integridad y honradez feroz se derrumbaba de un golpe. ¡Quién le hubiera dicho, cuando con el fusil al hombro conducía delincuentes esposados por las carreteras, que él, el soldado de la ley, el guardián del orden, procrearía carne de presidio, aumentando con un individuo más el ejército sombrío y desesperado que vivía en guerra continua con la sociedad!
La expresión de su rostro tranquila, meditativa y de hombre dedicado al estudio que le caracterizaba al principio, había sido reemplazada por algo maligno y desagradable, que antes no se notaba, pero cuya intensidad se iba aumentando á medida que se le observaba más de cerca y con más frecuencia.
Palabra del Dia
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