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Actualizado: 10 de mayo de 2025


De esta suerte cavilaba Poldy, forjando y desbaratando casos fantásticos. Era como el niño que se entretiene en levantar con esmero y conservando bien el equilibrio un alto y complicado castillo de naipes, y luego le derriba para divertirse y jugar levantando otros. En suma; Poldy no sabía a qué atenerse ni por qué decidirse.

Esto parece que obliga á atenerse al método empleado por los esperimentadores; pero no se opone á que se reunan los elementos por un sistema de racional apropiacion del medicamento á la enfermedad, agrupando los síntomas por funciones y aparatos, refiriéndoles á su orígen y marcando los que caracterizan su accion.

No era posible hablar con igual extensión de todos los poetas; sino, al contrario, atender la importancia de cada uno y mirarla como norma á que atenerse; sólo á los de más méritos, ó á los notables, bajo cualquier aspecto, consagro artículos especiales y circunstanciados, limitándome, en cuanto á los que lo son menos, á dar breves noticias, y sólo á mencionar sus nombres, si carecen de valor literario, y esto para no faltar al vasto plan que me había trazado, el más conveniente en mi concepto.

Y como lo tenía previsto, la heredera de Estrada-Rosa, que era orgullosa, no pudiendo soportar la frialdad de su novio, le dejó en libertad y le devolvió su palabra. La pobre chica desahogaba su pena con Amalia, la única que sabía a qué atenerse respecto a aquel rompimiento tan comentado.

Era aquella una de esas situaciones cómicas que tienen lugar con frecuencia cuando el poder hace uso del misterio, cuando explota el recelo de los unos y de los otros, y cuando sus agentes no saben ni pueden saber á qué atenerse. Por esto estaban en una situación casi idéntica la abadesa de las Descalzas Reales y el cocinero del rey.

Y ayudándose de María Josefa, que sabía mejor que él a qué atenerse, mantuvo alerta la conversación algún tiempo sobre el escabroso tema. Luis estaba en brasas. Dirigía frecuentes miradas hacia el sitio de Amalia, como reclamando lo que estaba obligada a concederle. Levantose al fin la dama, se asomó a la puerta y tornó a sentarse.

Es el mismo diablo esa chica... Más artera que ella no la hay en toda la ría... ¡Mira que para atrapar a un pez tan largo como , que ha corrido las siete partidas, ya se habrá dado maña la indina! Tomás halagaba de este modo la vanidad de su hermano, quien reía beatíficamente, a pesar de saber a qué atenerse en cuanto a sus dotes de seductor.

La Villasis sabía muy bien a qué atenerse, porque el padre Cifuentes le daba en su carta cuenta detallada de su entrevista con Jacobo.

La pobre señora sabía a qué atenerse respecto a aquel suegro siempre serio y correcto, que acariciaba la barbilla de las payesas jóvenes con una frialdad de señor grave.

Ana era de la clase; la honraba con su hermosura, como un caballo de sangre y de piel de seda honra la caballeriza y hasta la casa de un potentado. Las señoritas nobles no envidiaban mucho a Anita, porque era pobre. Para ellas la hermosura era cosa secundaria; daban más valor a la dote y a los vestidos, y creían que las proporciones los novios aceptables harían lo mismo. Sabían a qué atenerse.

Palabra del Dia

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