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Actualizado: 31 de mayo de 2025


Don Feliciano en el mismo punto se despojó con violencia del sombrero, dejando al descubierto su enorme calva en declive, lo agitó con frenesí algunos segundos, y gritó: «¡Hurrano se sabe a quién; tal vez al dios astuto que le había suministrado tan famosa idea. En aquel momento se acercaban los testigos. Al ver la escena se pararon sorprendidos.

De buena gana se habría desprendido en aquel momento de los servicios de su secretario Rufete, cargado de listas, para estar solo con Monsalud y hablarle franca y descubiertamente, pues bien se conocía que el astuto conspirador había manifestado su idea de un modo harto enigmático.

Hacía ya más de treinta años que Pedro de Covillán había sido enviado a aquel reino por el príncipe perfecto don Juan II. Aquel varón simpático y astuto se había ganado la voluntad de los etíopes y singularmente la de la sapientísima reina Elena, quien le tuvo por consejero y muy por su privado. Pedro de Covillán se había hecho abisinio, Grande del reino y Gobernador o más bien príncipe feudatario de fértiles y dilatadas comarcas.

Tiene una muchacha decían sus camaradas que le arregla y le cuida: una verdadera ganga, y además, guapa. ¡Qué suerte la de ese chico!... Y comentaban el astuto recelo de Maltrana, que, conociendo la lengua libre y las audacias de la tropa menuda de sus amigos, cuidábase de ocultarles su domicilio.

Introdúcese el desórden, Aníbal maniobra con destreza y la victoria se decide en su favor. Ciertamente que nadie ignoraba que era posible recoger muchas víboras, y encerrarlas en vasos de barro, y tirarlos á las naves enemigas; pero la ocurrencia solo la tuvo el astuto cartagines.

Era más bien brusco que cortés; pero sabía admirablemente distinguir de personas y se suavizaba cuando hacía falta. Esta misma tosquedad nativa servíale para disfrazar lo astuto y sutil de su pensamiento. Parecía que aquel exterior burdo, rústico, aquellos modales exageradamente libres y campechanos no podían menos de guardar un corazón franco y leal.

Y aunque yo juraba no lo hacer con malicia, sino por no hallar mejor camino, no me aprovechaba ni me creía más; tal era el sentido y el grandísimo entendimiento del traidor. Y porque vea vuestra merced a cuánto se extendía el ingenio deste astuto ciego, contaré un caso de muchos que con él me acaescieron, en el cual me paresce dió bien a entender su gran astucia.

Para usar de mis mañas no tenía aparejo, por no tener en qué dalle salto; y aunque algo hubiera, no podia cegalle, como hacía al que Dios perdone, si de aquella calabazada feneció, que todavía, aunque astuto, con faltalle aquel preciado sentido no me sentía; más estotro, ninguno hay que tan aguda vista tuviese como él tenía.

Con su saber astuto y cauteloso, Sintiendo la pujanza que Adam lleva, Y viéndose no ser tan poderoso, Que pueda entrar con él en lucha y prueba, En el jardin de vida deleitoso, Satan tomó por medio á nuestra Eva, Que vencerle, sabia, no pudiera Si solo la batalla acometiera.

Ibitupuá, el astuto y cauteloso, Con ánimo feroz junta, pregona, Y manda, como hombre poderoso, Que venga en general toda persona. El ser tenido ya por dadivoso, Y que á trabajo alguno no perdona, Le hace al guaraní venga contento A la presente junta y llamamiento.

Palabra del Dia

vorsado

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