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Actualizado: 11 de junio de 2025


Porque D. Narciso, que a causa de su ministerio no podía autorizarse bromas referentes a las relaciones de sexo a sexo, se creía con derecho a soltar las más asquerosas acerca de otras miserias del cuerpo humano. Y las damas ¡caso extraño! las reían y celebraban cual si fuesen ingeniosidades y agudezas portentosas. Dos años después de llegado a la villa había tenido un fracaso.

Como un mal clérigo, que abusa del confesonario, sabía don Álvaro flaquezas cómicas o asquerosas de muchos maridos, de muchos amantes, sus antecesores, y en el número de aquellas crónicas escandalosas entraban, como parte muy importante del caudal de obscenidades, las pretensiones lúbricas de los solicitantes, sus extravíos, dignos de lástima unas veces, repugnantes, odiosos las más.

Las baratas, que así llaman allí a ciertas asquerosas cucarachas con alas, nos daban muchísimo asco, sobre todo en los instantes que preceden a la lluvia, porque dichos animalitos buscan refugio en las habitaciones, las invaden, cuajan el aire formando espesas nubes, se posan en los muebles, en las manos y en las caras y esparcen un olor empalagoso y algo nauseabundo.

Junto á la rampa de bajada estaban los animales de desecho: asnos sin orejas, de pelo sucio y asquerosas pústulas; caballos tristes, cuyo pellejo parecía agujerearse con lo anguloso de la descarnada osamenta; mulas cegatas, con cuello de cigüeña; toda la miseria del mercado, los náufragos del trabajo, que, con el cuero rayado á palos, el estómago contraído y las excoriaciones inflamadas por las moscas verdosas y panzudas, esperaban la llegada del contratista de las corridas de toros ó del mendigo, que aún sabrían utilizarlos.

Así continuó el hijo del brigadier rebuscando argumentos en su cerebro para ocultar los verdaderos móviles de su conducta, que eran el tedio y la vanidad, pasiones asquerosas que la vida cortesana habían despertado nuevamente en su corazón. Julia no apartaba su mirada escrutadora de él, lo cual concluyó por turbarle y obligarle a callar.

Prosupuesto esto, has de considerar que yo padezco ahora la enfermedad que suelen tener algunas mujeres, que se les antoja comer tierra, yeso, carbón y otras cosas peores, aun asquerosas para mirarse, cuanto más para comerse; así que, es menester usar de algún artificio para que yo sane, y esto se podía hacer con facilidad, sólo con que comiences, aunque tibia y fingidamente, a solicitar a Camila, la cual no ha de ser tan tierna que a los primeros encuentros con su honestidad por tierra; y con solo este principio quedaré contento y habrás cumplido con lo que debes a nuestra amistad, no solamente dándome la vida, sino persuadiéndome de no verme sin honra.

Palabra del Dia

lanterna

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