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Actualizado: 30 de junio de 2025
Y a pesar de esto, su madre le quería entrañablemente, y Benina le adoraba, porque no había otro con más arte y más refinado histrionismo para fingir el arrepentimiento.
Valeria no era en la casa una amiga pobre benévolamente acogida, no era una demoiselle de compagnie tratada con consideración: era la hermana menor. Ambas poseían ese maravilloso arte de ceder a tiempo y resistir con dulzura, ante el cual se allanan los disgustos y rozamientos que producen inevitablemente las pequeñeces de la vida.
Libro de la vida del V. Bernardino de Obregón, por D. Francisco de Herrera y Maldonado, pág. 265 b. Nicolás Antonio. Montalván, Fama póstuma en Las obras sueltas, tomo XX. Ibid., y en Filomena, pág. 2. Arte nuevo de hacer comedias. Vida del V. Bernardino de Obregón, por Herrera, pág. 265.
Y aquí no puedo menos de detenerme a condenar la ridícula manía de los que dan en acusar de materialista a nuestro siglo. ¿Qué siglo hubo nunca más espiritualista que el nuestro? La música es el arte más espiritual de todos y florece ahora con florecimiento extraordinario.
A Santa Cruz las cartas llegan breve; El Avila ha ayudado en esta parte, Causando que se haga lo que debe Hacerse, aunque siguiera el estandarte Contrario: mas agora no se atreve, Por ver del de Toledo la grande arte, Y que el D. Diego está sin pies y manos, Y aquellos que le siguen son tiranos.
No les puedo ocultar a ustedes, que aunque lo sentía por el arte, me alegraba de que Clotilde se casara: la mujer siempre necesita el amparo del hombre. Y lo cierto es, que eran dignos el uno del otro por la figura: Inocencio tenía una presencia muy simpática. En el teatro no se hablaba de otra cosa más que de este matrimonio en ciernes.
Los galanos arreos del renacimiento, empleados con sobriedad, hacen muy buena mezcla con las líneas de la primera arquitectura árabe: así tambien los tres arcos de herradura que presentan en ambos lados los brazos del crucero, llevan con bellísimo efecto en sus archivoltas una cenefita de hojas gótica, que no parece sino la marca de bautismo puesta al arte musulman por el arte cristiano al prohijar una de sus mas graciosas invenciones.
El mundo europeo, insensible á las cuestiones de causa comun, mal puede interesarse en el progreso de un arte que nació y creció comun.
La primera vez que nombraba al Conde Luis d'Arda lo hacía al hablar de poesía y de arte, y ese nombre volvía después con más frecuencia, siempre con motivo de libros y cosas literarias. Íntimo amigo de su padre, compañero de su juventud, el Conde era una de las rarísimas personas que frecuentaban la casa Abizzoni. La jovencita emitía a su respecto juicios muy favorables.
A pesar de este monopolio no se ha de negar que el Conde era divertido en su conversación. Hablando, encantaba o deslumbraba. Narraba como pocos, y con tal arte, que él mismo se creía la historia, aunque fuese mentira, y el auditorio solía creérsela también. Se diría que la imaginación y la memoria eran en el Conde una sola y única facultad del alma.
Palabra del Dia
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