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Actualizado: 25 de julio de 2025


Extasiábase ante los incidentes más insignificantes de la existencia de las santas, en los cuales solía mostrar Dios que las tenía elegidas para y que no permitía que el mundo se las arrebatase, como, por ejemplo, la escena del milagroso sapo que Santa Teresa vio hallándose conversando en el jardín con un caballero hacia quien se sentía inclinada; la muerte inopinada de Buenaventura, hermana de Santa Catalina, que encaminaba a esta santa por la senda mundanal del adorno del cuerpo y los placeres, y otros muchos de que están llenos los libros referidos.

Y don Benigno cumplía su cometido como pastor vigilante y celosísimo, rondando el rebaño noche y día, para que el lobo no le arrebatase las ovejas, y criando algunas con esmero y a la mano para ofrecerlas al esposo bíblico. Nada puede igualarse al ardor con que don Benigno procuraba esposas al Altísimo.

A pesar de su distracción, fijábase en sus toses, recomendándole remedios fantásticos imaginados por él; se inquietaba por los progresos de la enfermedad, temblando ante la idea de que la muerte le arrebatase su único auditorio. Iba dando a conocer a Luna toda la música que había estudiado durante su ausencia.

Ovejero examinó su interior. Una piedra gruesa depositada en el fondo del bote servía para mantenerlo fijo sobre la tumba y que no lo arrebatase el viento. Al levantar la piedra, su mirada encontró el dinero de las limosnas: unos cuantos billetes de á peso y varias piezas de níquel. Tal vez había transcurrido un año sin que el administrador de la muerta viniese á recoger las limosnas.

Currita sintió un movimiento de gozo vivísimo que le pareció el presentimiento del triunfo; los carruajes de la corte saldrían, por el buen tiempo, descubiertos, y sin duda irían después de la Salve a dar una vuelta por la Castellana, donde todo el mundo elegante tendría ocasión de verla y contemplarla en su honorífico puesto... Algo la espantaba, sin embargo: la idea de que iba a serle forzoso pasar por aquel mismo trayecto que había recorrido con Jacobo la noche funesta, por aquella misma iglesia ante la cual pronunció su última palabra, por aquella esquina en que le había visto caer lanzando un gemido de agonía... Mas ¿qué iba a hacer ella? ¿Enterrarse en vida a los cuarenta y cinco años? ¿Dejar por escrúpulos sentimentales que le arrebatase una calumnia el prestigio, la soberanía suprema, el cetro de la elegancia y el buen tono que, a pesar de mil vergüenzas verdaderas, había conservado en su mano hasta entonces?...

Los repetidos disparos de metralla no detenían a los franceses. Brillaban los dorados uniformes de los generales puestos al frente, y tras ellos la hilera de marinos, todos vestidos de azul y con grandes gorras de pelo, avanzaba sin vacilación. De rato en rato, como si una manotada gigantesca arrebatase la mitad de la fila, así desaparecían hombres y hombres.

Esta buena cualidad, que no fue sólo tolerancia, sino curiosidad simpática y afición respetuosa al saber de los vencidos, valió de tal suerte que, durante algunos siglos, acaso hasta después de las últimas cruzadas, pudo creerse que el mundo musulmán era más culto que el mundo católico, y los espíritus superficiales pudieron esperar ó temer que el islamismo en Asia, en el norte de Africa y en España, arrebatase al cristianismo europeo la bandera del progreso y la antorcha de la cultura.

Palabra del Dia

godella

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