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Actualizado: 5 de junio de 2025
Distínguense, particularmente por sus escenas patéticas, en las cuales resplandecen en todo su brillo estas cualidades suyas, las dos tituladas Pagar en propia moneda y La justicia en la piedad, llenas de bellezas poéticas de primer orden y de situaciones en alto grado patéticas, faltándoles tan sólo traza mejor ordenada en sus argumentos.
Se ha observado ya antes, que la mayor parte de estas obras de Calderón podrían llevar el título de argumentos fundados en la casualidad, porque esta última es realmente la que de ordinario desata su nudo.
El Jubilado se repetía, manoteaba para dar nueva fuerza a sus argumentos, echaba fuego por los ojos. Manuel Antonio le dejaba irritarse con visible satisfacción. En aquel momento pasó cerca el grupo de los oficiales, que dieron las buenas tardes cortésmente. Todos contestaron menos D. Cristóbal, que se hizo el distraído.
Pero lo que perdían en amplitud los argumentos ganábanlo en intensidad. Cada vez eran expresados con mayor y contundente energía, y con más descompasadas voces. De tal modo, que raro era el día que no saliese de allí alguno ronco; generalmente, eran Alvaro Peña y don Feliciano; los más débiles de laringe, no los más voceadores.
Porque sabía que la belleza de ésta y mi natural impulso me habían de llevar mucho más allá que todos sus argumentos, y que cuanto menos pensase yo en aquella trama, tanto más probable sería que la llevase adelante. No podía ocultársele la desventura que acarrearía a la Princesa, pero esta consideración nada significaba para él. ¿Puedo decir, con toda sinceridad, que hacía mal?
Cuanto más que, si bien caigo en la cuenta, este vuestro libro no tiene necesidad de ninguna cosa de aquellas que vos decís que le falta, porque todo él es una invectiva contra los libros de caballerías, de quien nunca se acordó Aristóteles, ni dijo nada San Basilio, ni alcanzó Cicerón; ni caen debajo de la cuenta de sus fabulosos disparates las puntualidades de la verdad, ni las observaciones de la astrología; ni le son de importancia las medidas geométricas, ni la confutación de los argumentos de quien se sirve la retórica; ni tiene para qué predicar a ninguno, mezclando lo humano con lo divino, que es un género de mezcla de quien no se ha de vestir ningún cristiano entendimiento.
Prescindamos ahora de los mencionados reparos; quitemos valor a los argumentos que el mismo Sr. Gener suministra contra el progreso rápido y contra la persuasión de que estamos ya cerca de la meta.
De esta manera se asegura el entendimiento por los argumentos que sientan la verdad, y porque llega á entender que no hay cosa en contrario que la pueda destruir. Los que en materias opinables usan del método matemático sin proponerse las objeciones, no prueban bien sus asuntos, porque lo que dan por bien probado puede ser destruido por objeciones de gran peso.
Su espíritu era fértil como ninguno de la parroquia en argumentos. La dialéctica poderosa de que hacía gala le colocaba á gran altura sobre los paisanos, aunque no todos le reconocían de buen grado esta eminente cualidad.
De la Opinion. Mas si llega á entrever la conformidad de lo que busca con los primeros principios, se llama este concepto verosimil, y si se puede fortalecer con argumentos se llama probable, bien que siempre queda en la esfera de dudoso, lo que no puede demostrarse por sus principios fundamentales. De dos maneras se forman las opiniones.
Palabra del Dia
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