Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 24 de mayo de 2025
Abajo, entre las enormes pilastras que formaban un bosque de piedra, reinaba la obscuridad, rasgada a trechos por las manchas rojas y vacilantes de las lámparas que ardían en las capillas haciendo temblar las sombras.
Ardían, no obstante, el fogón, el horno y las hornillas, y en ellos estaban al fuego infinito número de peroles, cacerolas y otras vasijas.
Traté de tomar un tono de broma, pero me sentía, torpe, intimidada y mis carrillos ardían. Máximo me miraba con una expresión severa que me daba mucha pena y que poco a poco fue tomando un tinte de tristeza. ¿Secretos, Elena? ¿Por qué no? Y, dando un golpe de ciego, añadí: ¿No tiene usted ninguno para mí, Máximo? Sin responderme, dio media vuelta.
En el hotel Universo me dieron, para alojarme, ese inmenso dormitorio con esas maravillosas pinturas al fresco, que fue ocupado por Ruskin durante tanto tiempo, y antes que el Ave María resonara a través de las colinas y planicies, me separé de Babbo y encamineme, como turista, a la magnífica iglesia medioeval, cuya obscuridad sólo la atenuaban las velas que ardían en los altares laterales y delante de la imagen de Nuestra Señora.
A falta de colores, había destellos. El suelo y el aire ardían como una iluminación universal. Luego, los contornos de los objetos, lo mismo los próximos que los lejanos, eran tan puros, tan claros, que algunos, como la Giralda, parecían dibujados en un gran lienzo con mano dura.
Sobre la consola ardían dos quinqués con sendas pantallas, que no les permitían alumbrar más que el suelo, dejando envuelto en media luz y muy tenue el resto de la habitación. Al poco rato de estar allí sentí el taconeo de unos pasos, y doña Tula y don Oscar llegaron al mismo tiempo a la puerta.
Después de haberme visto asociado á los trabajos y á los planes impracticables de mis soñadores compañeros del Brook Farm; después de haber vivido tres años bajo el influjo sutil de una inteligencia como la de Emerson; después de aquellos días pasados en Assabeth en fantásticas especulaciones en compañía de Ellery Channing, junto á los trozos de leña que ardían en nuestra chimenea; después de hablar con Thoreau acerca de los pinos y de las reliquias de los indios, en su retiro de Walden; después de haberme vuelto en extremo exigente, merced á la influencia de la elegante cultura clásica de Hillard; después de haberme saturado de sentimientos poéticos en el hogar de Longfellow, era en verdad tiempo de que empezara á ejercer otras facultades del espíritu, y que me alimentase con un manjar hacia el cual, hasta entonces no me sentía muy inclinado.
Estaba gordo, i encendióse en lo interior de manera que aun cuando no llegaban las llamas, ardian sus carnes como un tizon, i rebentando por medio se le cayeron las entrañas .»
Palabra del Dia
Otros Mirando