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Cae entonces la venda que lo cegaba; se apodera de una carta, y ve confirmadas sus sospechas. Manda que Ana sea presa por su mismo padre; ha sacrificado todo á su amor, aun oponiéndose á sus mejores inclinaciones, y se encuentra ahora vendido evidentemente. ¿A quién ha de dirigirse en este trance, sino á su esposa Catalina?

Los soldados dejan efectivamente el pueblo. Alegre ya Isabel de verse libre de su prisión, toma el fresco por la noche en la puerta de su casa, cuando se presenta de improviso Don Alvaro, que quiere satisfacer su pasión á cualquier precio, y que ha regresado secretamente á Zamalea; se apodera de ella con ayuda de algunos soldados, y se la lleva á un monte inmediato.

¡Ah! no es ciego extravío la fuerza poderosa que arrebata la templada razon, y se apodera del pensamiento mio. ; no es la duda ni la envidia artera, no es la fiera afliccion de la amargura, ni el débil grito del herido esclavo. La envidia mata, si la duda altera, la amargura tan sólo el llanto funde, la cobardía besa al que la azota.

Guiado por el buen hermano Gabriel, pudo Stein admirar aquella grandeza pasada, aquella ruina proscrita, aquel abandono que, a manera de cáncer, devoraba tantas maravillas; aquella destrucción que se apodera de un edificio vacío, aunque fuerte y sólido, como los gusanos toman posesión del cadáver de un hombre joven y robusto. Fray Gabriel no interrumpía las reflexiones del cirujano alemán.

Quizá si se acercaron fue impelidos por la embriaguez que se apodera de los nervios bajo la letal influencia de la viciada atmósfera que forman las mentiras oídas, los perfumes aspirados y los resplandores que deslumbran; fueron como la rama que se inclina sobre el río mientras la violencia de la corriente alza la superficie del agua, sin que pueda notarse si los tallos la buscan, o es ella la que sube hasta manchar sus hojas.

No así cuando predomina una fuerza extraña a la civilización, cuando Atila se apodera de Roma, o Tamerlán recorre las llanuras asiáticas; los escombros quedan, pero en vano iría después a removerlos la mano de la filosofía para buscar debajo de ellos las plantas vigorosas que nacieran con el abono nutritivo de la sangre humana.

Más de una vez, sobre todo durante la noche, mientras mis miradas se pierden en la obscuridad, un deseo se apodera de con una violencia tan extravagante, que me parece que va a aniquilarme.

La fiebre de la barita consiste totalmente en frio; la horripilacion se apodera del enfermo, y recorre todo el cuerpo; molesta mas á la cabeza y el epigastrio, y solo es interrumpida por un calor ligero y pasajero; el sudor se presenta por la noche. Durante esta se presentan ciertos movimientos congestivos ó de efervescencia sanguínea y palpitaciones de corazon con ansiedad; el sueño es agitado.

ASCLEPIGENIA. Y no es eso lo peor, sino que se apodera de los ánimos una tristeza vaga y sofística que los enerva; tristeza que los antiguos apenas conocieron; un menosprecio del mundo y de las dulzuras de la vida, que despuebla las ciudades y puebla los desiertos; un desdén del bienestar y de la riqueza, que roba brazos a la agricultura y a la industria; y una mansedumbre resignada, que amengua el valor del ciudadano y del guerrero.

Vigila a la puerta de las tumbas, como esos monstruos que se nutren de cadáveres, nos desencanta del sueño de la muerte y se apodera de nuestra eternidad como de una herencia.