United States or Iceland ? Vote for the TOP Country of the Week !


Impaciencia febril se apodera de la sangre que se agita y circula, como si la rapidez de su marcha acelerase la llegada de lo que se espera. Esta contrariedad de nuestro deseo es más terrible, porque es lenta, sin límites. Delante no se ve sino la eternidad. No vienen á la mente las modificaciones que puede traer el próximo día. Aquella noche y aquella soledad parece que no han de tener fin.

Si vuelvo á Dios el ánimo contrito y piedad de mi pena le demando con humilde fervor y acento blando, el aliento maldito de la duda cobarde y acerada á envenenar mis pensamientos viene, y en mis labios detiene Una oracion apenas comenzada. Vuelvo entónces los ojos á la tierra y de se apodera horrible espanto al ver los séres que en su seno encierra.

Cualquiera me conocerá en estos días en que el fastidio se apodera de mi alma, y en que no hay cosa que tenga a mis ojos color, y menos, color agradable.

Un amante de la princesa Deidamia, de quien Aquiles está celoso, le dice mil lindezas y le pide que le su mano; pero él oprime la del galán con tal violencia, que éste da gritos de dolor. En el acto tercero viene Ulises, vestido de mercader, para descubrir á Aquiles, y trae, entre otros objetos, una lanza y un escudo, de los cuales se apodera el héroe sin tardanza.

Es semejante á una imagen, que encierra en profundo misterio; anuncia sólo lo más santo y lo más oculto, para que nuestro espíritu lo comprenda de este modo, y conozcamos que se apodera de nosotros, y nos llena por completo.

Para pintar el comandante de campaña que se apodera de la ciudad y la aniquila al fin, he necesitado describir el suelo argentino, los hábitos que engendra, los caracteres que desenvuelve.

Hay, por último, en la Celestina cierto misterioso encanto que se apodera del alma de quien la lee, embelesándola y moviéndola a la admiración más involuntaria. No admiramos porque nos prescriban los críticos que admiremos, sino porque la admiración nace en nosotros espontánea e inmediatamente de la lectura.

El estremecimiento que se apodera de ella le causa una sensación agradable; baja la cabeza y trepa con precaución la escalera, como si quisiese cazar un fantasma. En lo alto, en la galería, lanza un grito; Juan, lleno de inquietud, le pregunta qué tiene; ella responde que ha querido simplemente dilatar el pecho.

Arrójale también antes de entablar la lucha, sus efluvios paralizadores, entorpecedores, un magnetismo que hace innecesario el combate. Su fuerza es doble. Al poder mecánico de sus brazos-ventosas que enlazan, inmovilizan, añadid la fuerza mágica de ese rayo misterioso; añadid un oído muy fino y el ojo avizor. Miedo cerval se apodera de nosotros al pensar en él.

A pesar, no obstante, de esta dichosa condición mía, como son tantos los Jeremías y las Casandras que andan por ahí pronosticando nuevos males, y como brillan con frecuencia ante mis ojos, a modo de siniestros relámpagos, terribles avisos y ominosas señales, confieso que me desazono, la postración se apodera de mi espíritu y me pongo muy compungido.