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D. Pantaleón era un anciano, pero el estado de exaltación de sus nervios le prestaba una fuerza portentosa. Por algunos momentos la lucha se mantuvo indecisa. Varias veces cayeron el uno debajo del otro y otras tantas se alzaron. Los gritos se fueron apagando. El combate se hizo sordo, feroz, desesperado.

Algunos hombres se marchaban a pié lentamente, divididos en grupos o en parejas, escuchando a lo lejos durante largo rato el ruido del rodar de los coches en las desiertas calles, cuando ya empezaba a despuntar el día y los serenos corrían soñolientos, de farol a farol, apagando los mecheros de gas.

Había pensado él que la doctrina ortodoxa debía circundar y encerrar el espíritu como fuerte muro flanqueado de eminentes torres; y temía que al salir de él el espíritu orgulloso le derribase o al menos le quebrantase, apagando los faros luminosos que en las torres resplandecían, y que el espíritu entonces, perdido, sin guía y sin luz en las tinieblas, jamás volvería a encontrar su santo refugio.

, yo no soy militar, y los años van apagando el poco fuego de mi sangre, pero así como me dejaría hacer pedazos por defender la integridad de España contra un invasor etrangero ó contra las veleidades injustificadas de sus provincias, así tambien le aseguro á usted que me pondría del lado de los filipinos oprimidos, ¡porque antes prefiero sucumbir por los derechos hollados de la humanidad que triunfar con los intereses egoistas de una nacion aun cuando esta nacion se llamase como se llama España!...

¡Tu tío!... ¡tu pobre tío, ha muerto! contestó apagando su sonrisa y con acento triste Francisco Montiño. El joven se puso pálido, sus ojos se llenaron de lágrimas, y exclamó bajando tristemente la cabeza: ¡Cúmplase la voluntad de Dios! Y luego añadió dominándose: ¿Y nada os ha dicho para ? Nada; cuando llegué ya había perdido el habla.

En plata, lector: la costurera me infunde cierto respetillo, y no quiero echar sobre mi conciencia el compromiso de hacer su retrato. Por mi parte, estoy á cubierto de sus iras con decirle, en un lance apurado: Tu es auctor. Está apagando el sol el último de sus resplandores, y corre un gris de todos los demonios.