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Actualizado: 31 de mayo de 2025


Y Ana se retiró de puntillas, avergonzada de muchas cosas, de sus sospechas, de su vago deseo que ya se le antojaba ridículo, de su marido, de misma...

No fue aquella sola; muchas veces, en cuanto veía un rayo de sol, a don Víctor se le antojaba aprovechar el buen tiempo y echar una cana al aire en los ventorrillos de la carretera de Castilla o en los de Vistalegre, en compañía de las personas que más quería en Vetusta, a saber: su cara esposa, Frígilis... y don Álvaro.

Digo sólo que D. Acisclo era así. Estaba muy contento de propio e imaginaba que no había merecimiento mayor que el suyo. Toda otra gloria se le antojaba inferior y de menos quilates.

En Italia, cuando el señor fue expulsado de nuestro país. ¿Cuánto tiempo hace de eso? Hace dos años. ¡Había sido tan grande la esperanza de que allá fuera más bueno, y más suyo!.. ¿Notaba usted disputas entre ellos? No precisamente disputas... La señora, cuando quería algo, rogaba; el señor la dejaba hablar, no contestaba, y después hacía lo que se le antojaba. ¿Le engañaba con otras?

Don Álvaro estaba pasmado, y si no supiera ya por experiencia que aquella fortaleza tenía muchos órdenes de murallas, y que al día siguiente podría encontrarse con que era lo más inexpugnable lo que ahora se le antojaba brecha, hubiese creído llegada la ocasión de dar el ataque personal, como llamaba al más brutal y ejecutivo.

Quisiera que observase Vd. dijo, por alargar la entrevista que he procurado reunir todo lo que se habló al iniciarse hace años el proyecto: aquí está lo que propuso González Brabo... esto es de Bravo Murillo, estas notas de Calvo Asensio... Don Luis tuvo que suspender la lectura: cada cuartilla se le antojaba un billete de entrada a la inmortalidad. ¡Vaya si hablaría!

Además allá comían a la francesa, aunque doña Rufina solía cambiar las horas y comer a la que se le antojaba. De todas suertes, los días de Paquito Vegallana no solían celebrarlos con gaudeamus, ni él estaba invitado ni... con todo... dejó aquella visita para última hora. Y ¿por qué había de preferir la mesa de los marqueses a la de Páez, no menos espléndida?

Encontrábales cierta desfachatez que se le antojaba canallesca, bien distante de la casta y severa majestad de las grandes damas de otros tiempos. Llegó a pensar que hallaría la esposa soñada en las soledades de provincia y hasta en otras cortes menos modernas, como las de ciertos pequeños principados de la feudal Alemania.

Como quiera que ello sea, lo cierto es que aquellos trompeteros o sonadores de kerna podían ya, por virtud de la ciencia oculta custodiada en Oriente, emplear la fuerza del alma y producir el letargo magnético en quien se les antojaba. No nos maravillemos pues, de que Morsamor, que también veía la danza y escuchaba el trompeteo, viniese a caer en hondísimo letargo.

«¡Soñaba! la fortaleza de la vigilia desvanecíase por la noche, y sin que ella pudiese remediarlo, la mortificaban visiones y sensaciones importunas, que a tener responsabilidad de ellas serían pecado cierto.... «En plata, que doña Ana soñaba con un hombre...». Don Fermín se revolvía en la silla de coro, cuyo asiento duro se le antojaba lleno de brasas y de espinas.

Palabra del Dia

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