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Actualizado: 22 de mayo de 2025


A continuación venía el respaldo del hueco de la escalera por la que los arzobispos descienden desde su palacio a la iglesia, un muro de junquillos góticos y grandes escudos, y casi a ras del suelo, la famosa «piedra de luz», delgada lámina de mármol transparente como un vidrio, que alumbra la escalera y es la principal admiración de los rústicos que visitan el claustro.

En la pequeña estancia, la luz pálida alumbra al reo; fuera, la dormida ciudad con su pesado silencio de necrópolis desierta... Quedan horas no más... Ya es el instante en que todo refluye a la conciencia; en que, a través de todos los recuerdos, y todos los amores y quimeras, el alma quiere mucho más la vida, porque la muerte más y más se acerca... ¡Hora sombría en que sudó con sangre el mismo Cristo en la sagrada huerta...!

Dos años después un mendigo paralítico le gritaba en Buenos Aires: Adiós, mi general; soy el andaluz de Tucumán; estoy paralítico. Facundo le dió seis onzas. Estos rasgos prueban la teoría que el drama moderno ha explotado con tanto brillo, a saber: que aun en los caracteres históricos más negros hay siempre una chispa de virtud que alumbra por momentos y se oculta.

Ríete, lucero, que cuando te ríes me alumbra el sol á la medianoche. Y si otra vez me pongo guasón, como hace poco, me dices: «Manolo, cierra el pico y déjame el alma quieta», ó si quieres, hija de mi alma, me das un lapo con esta mano rica que beso con tu permiso... y con el del dueño del establecimiento. Y estampó en ella, efectivamente, tres ó cuatro besos. Soledad la retiró riendo.

Son un soplo de vida y acción, una llamarada de infinito que alumbra y deslumbra un momento, como lo hizo el mahometismo en los tiempos históricos, para caer después en un nuevo plan de oscuridad mental, de esterilidad espiritual y moral. La filosofía, la literatura y el arte griego viven aun, reincorporados a nuestro caudal intelectual.

No hay esperanza. Hablaba sonriente, pero era su sonrisa semejante a la luz que alumbra un nicho. Pero, sepamos... interrogó Lucía a pesar suyo con angustiosa y febril curiosidad . ¿Pesa sobre usted alguna desdicha? ¿Alguna pena grande? Ninguna de las que el mundo llama tales. ¿Tiene usted familia... que le quiera?

La otra permite extender la vista hacia el Norte, sobre los tejados de algunas casas bajas y las tapias del jardín, contemplando de esta suerte el horizonte de montañas sembrado por la nubes, en el que, de cuando en cuando, se junta algún rayo de sol que alumbra entre aquella sombra las ruinas de un castillo antiguo rodeado de almenas y torreones, cuya severa figura da carácter al paisaje.

Ardientes besos en los labios juegan, de una madre en el seno al despertar, buscan los brazos a ceñir el cuello, y los ojos sonríense al mirar. Dulce es la muerte por la propia patria donde es amigo cuanto alumbra el sol; muerte es la brisa para quien no tiene una patria, una madre y un amor.

Ella me ama, porque sus palabras, preñadas del sentido de la Vida y de la Muerte, riman muy bien con la armonía secreta de mi corazón. Y en las encrucijadas del Horror, de la Duda, donde acechan los buitres de la Estupidez y de la Ignorancia, ella alumbra mi pobre carne triste y sensual con la lámpara celeste de óleos aromáticos que lleva en su diestra marfilina.

Ese sol que nos alumbra, ese mar que ruge a nuestros pies, esos mundos que pueblan el espacio son otras tantas representaciones de nuestro pensamiento. Sólo sabemos de ellos que hay un ojo que los ve. El centro de gravedad de la existencia recae en el sujeto y es un fenómeno de su cerebro.

Palabra del Dia

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