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Actualizado: 7 de octubre de 2025


Miguel le examinó con inquietud, sin saber a qué atribuir aquella tristeza, pues no sabía que hubiese tenido disgusto alguno.

Las escenas siguientes representan esta fiesta, descritas con la más viva y brillante poesía. Los asistentes á ella se abandonan sin reserva á sus danzas y cantos, sin aprensión ni temor alguno, cuando de repente se presenta armado Don Pedro y roba á la bella Angélica. El fugitivo Don Luis llega también al mismo paraje, después de consumado el rapto.

7 Ciertamente apenas muere alguno por un justo; porque por lo bueno puede ser que alguno osara morir. 8 Mas Dios encarece su caridad para con nosotros, en que siendo aún pecadores, el Cristo murió por nosotros. 9 Luego mucho más ahora, justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira.

Lo de ayer... lo de hoy.... El baile, la cena; ¿qué es esto, Ana, qué es esto?... ¡Qué baile! ¡qué cena! no es eso.... Me emborracharon... qué yo... pero no es eso.... Es que tengo miedo... aquí, Fermín, aquí, en la cabeza.... ¡Tener lástima de ! ¡Que tenga alguno lástima de ! Yo no tengo madre.... Yo estoy sola...

No habría habido sin duda nada de escandaloso ni de particular, ni peligro alguno para la buena reputación del ministro, si Ester le hubiera visitado en su propio estudio donde tanto penitente, antes de ahora, había confesado culpas quizás aun más graves que la que acusaba la letra escarlata.

CIRILO. ¡No...! Pero los soldados que pasaron en las primeras líneas los meses más rudos conservaron la rudeza de su precaria existencia. No saben hablar a las mujeres, y alguno hubiera podido agraviarla... LEONIE. ¡Bah! ¡Figúrate ...! ¡Precisamente en mi oficio...! CIRILO. Desconocía su oficio, como usted dice. Suponía que usted era el ama de gobierno de una señora anciana... su lectora...

Comprendia S. Fernando la gran dificultad que habia en conservar una ciudad rodeada de enemigos; y estaba dispuesto á no perdonar sacrificio alguno para traer á ella cristianos que tuviesen un interes personal en defenderla.

En tanto que ellos iban en esta conversación, prosiguió don Quijote con la suya y dijo a Sancho: -Echemos, Panza amigo, pelillos a la mar en esto de nuestras pendencias, y dime ahora, sin tener cuenta con enojo ni rencor alguno: ¿Dónde, cómo y cuándo hallaste a Dulcinea? ¿Qué hacía? ¿Qué le dijiste? ¿Qué te respondió? ¿Qué rostro hizo cuando leía mi carta? ¿Quién te la trasladó?

De puro ateo y compasivo que es; sólo que el mejor día le va a borrar alguno la sonrisilla esa de un bofetón... digo, me parece a ... ¡Ajá!... ya estamos... Hoy no basta la mano, porque son muchos los escalones descubiertos y están algo resbaladizos: tenga usted la bondad de tomar mi brazo... ¡Atraca bien, Cornias, y ten firme!... Poco a poco, Nieves... Déjeme usted pasar primero al balandro... Deme usted su mano ahora... Muy bien... Ya estás botando, Cornias; y en el aire... ¡Listo el foque para hacer cabeza!... Pase usted a su sitio de costumbre, Nieves, que es el más seguro... Eso es... Avante vamos... ¡Listo el aparejo!

Recorrió la casa que habitarían en Nueva York, improvisando en unos segundos, sin gasto alguno y sin discusiones con los proveedores, todas sus piezas, amuebladas con gran comodidad.

Palabra del Dia

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