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Encamínase á la corte imperial de Alemania Don Rodrigo de Mendoza, embajador de Felipe II. Cerca de Viena es acometido por salteadores, y debe sólo la vida á la llegada imprevista de un valeroso caballero alemán, llamado el conde Ricardo.

Luego sospechó que se burlaban de él. ¿Sublevaciones? ¿Asesinato del Presidente?... Unos le miraban con lástima por su ignorancia; otros con recelo, al ver que fingía no conocer unos sucesos que se habían desarrollado junto á él. Su sobrino insistió. Los diarios de Alemania hablan mucho de eso.

Merece observarse que las absurdas creencias en encantamientos, que tan extendidas estuvieron en Alemania, Inglaterra y Francia hasta hace poco, no se admitieron generalmente en España, mirada de ordinario como patria de toda superstición.

El bajo Rin comienza, pues, en Basilea, y es allí que se halla el extremo superior de su gran navegacion, que mantiene tan valiosos cambios entre Suiza, Francia, los Países Bajos, los Estados occidentales de Alemania y otras naciones.

El comandante pide á Dios que mantenga la paz entre Alemania y Francia y espera que cada vez serán más amigos los dos pueblos. Otro orador se levantó en la misma mesa que ocupaba el marino. Era el más respetado de los pasajeros alemanes, un rico industrial de Düsseldorf que venía de visitar á sus corresponsales de América. Nunca lo designaban por su nombre.

Los mas interesantes monumentos públicos de Francfort son: el palacio llamado Rómer, la Bolsa, la catedral ó Dom, la Biblioteca, los museos Stoedel y Bethman, y las estatuas consagradas á Goethe y Guttemberg. El edificio llamado Rómer, de aspecto singular y muy antiguo, guarda las tradiciones históricas de Francfort y del antiguo imperio de Alemania.

El marchaba ahora por la buena senda. Sus deseos de venganza le habían colocado entre los adversarios de Alemania. Lamentaba su antigua ceguera y estaba satisfecho de su nueva situación. No hacía secreto de su conducta: servía á los aliados. Y por eso me buscas, por eso has arreglado esta entrevista, tal vez de acuerdo con tu amiga la doctora.

Sólo la Alemania de aquel profesor intentaba imponerse al mundo en nombre de la superioridad de su raza, superioridad que nadie le había reconocido, que ella misma se atribuía, dando á sus afirmaciones un barniz de falsa ciencia. Hasta ahora, las guerras han sido de soldados continuó Hartrott . La que ahora va á empezar será de soldados y de profesores.

Otros se fueron á Francia, Italia, Flandes y Alemania. Y aun yo conocí en Roma alguno que habia sido vecino de Toledo. Pasáronse muy muchos á Constantinopla, Salonique ó Tesalónica, al Cairo y á Berbería.

Es de presumir, aunque no haya pruebas claras que lo demuestren, que Alemania conocía en el siglo XVII las comedias españolas, porque esto es lo natural á causa de los diversos lazos que la unieron con España y los Países Bajos.