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Actualizado: 1 de mayo de 2025


Salió del café en un arranque de actividad que le sugirió también la energía reciente, y tomó el camino de su casa dispuesto a afrontar la situación y a no soltar los cuartos por lo pronto. Es claro que él acabaría por hacer ingresar aquellos siete mil reales en caja; pero, ¿cuándo? No corría prisa.

Un hombre de espíritu elevado casi lo sufriría todo antes que afrontar semejante enormidad. "La idea es bárbara, bien digna de aquella concepción de la justicia de los chinos, contenta si el ejecutor consigue un sujeto para operarlo, pero indiferente respecto a que sea el culpable o no.

Godfrey había permanecido de pie, con la espalda vuelta al fuego, agitando los dedos con inquietud en medio del contenido de los bolsillos de su saco, y con la mirada fija en el suelo. Su alto cuerpo musculoso estaba lleno de coraje físico; sin embargo, no le sugería ninguna decisión cuando los peligros que había que afrontar no consistían en acogotar a alguien.

La perspectiva de los sufrimientos enteramente personales que me quedaban para afrontar y que, por otra parte, yo mismo me había atraído por mi debilidad, no podía autorizarme á abandonar deberes en los cuales no eran sólo mis intereses los que se hallaban comprometidos.

Esto me ha hecho cavilar.... Verdad es que las capas corticales están muy opacas... los obstáculos que halla la luz son muy fuertes.... Allá veremos, D. Francisco. ¿Tiene usted valor? ¿Valor? ¡Que si tengo valor! exclamó don Francisco con cierto énfasis. Se necesita mucho valor para afrontar el caso siguiente.... ¿Cuál?

La doncella sentía por él invencible repugnancia; pero incapaz de afrontar el ánimo recio de su padre, se resignó a ser ofrecida como tributo de aquella ejemplar amistad, que era ya citada por todos en Segovia.

Pues, señá Benina agregó D. Carlos embozándose hasta los ojos para afrontar el frío de la calle , mañana, a las ocho y media, se pasa usted por casa; tenemos que hablar. ¿Sabe usted dónde vivo? Yo la acompañaré dijo Eliseo echándosela de servicial y diligente en obsequio del señor y de la mendiga. Bueno. La espero a usted, señá Benina. Descuide el señor. A las ocho y media en punto.

Estos son pensé, los preliminares del matrimonio... del santo matrimonio cristiano... ¿Dónde está usted, monseñor Dupanloup?... Resuelta, a pesar de estas terribles reflexiones, a afrontar las necesidades de mi no menos terrible situación de joven casadera, me presté de buen grado a los preliminares de ese comienzo de acuerdo entre dos almas... ¡Dos almas!... ¡Qué ironía!...

Estas son las consecuencias. »Ahora escribiré a Isidora, a quien no veré más. La única persona por quien siente emociones cariñosas mi corazón es ella. ¡Cuánto más vales que otras virtudes secas y orgullosas! Nuestras dos almas han simpatizado, porque son similares. Yo no tengo ya salvación; puedes salvarte. Ahora, ánimo. Tremenda cosa es afrontar el dudoso abismo de la eternidad.

Mi posición era insegura e incierta, como que no podía afrontar abiertamente la situación. Amaba a Mabel, pero no tenía derecho a hacerlo. Era, desgraciadamente, la esposa, ¡ay! la víctima, mejor dicho, de un hombre de tipo vulgar e instintos criminales. Nuestro viaje hasta la estación de Paddington fue sin novedad, y en el más completo silencio casi.

Palabra del Dia

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