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Actualizado: 8 de julio de 2025
29 y hallé que le acusaban de cuestiones de la ley de ellos, y que ningún crimen tenía digno de muerte o de prisión. 30 Mas siéndome dado aviso de asechanzas que le habían aparejado los judíos, en la misma hora le he enviado a ti, y he denunciado también a los acusadores que traten delante de ti lo que tienen contra él. Pásalo bien.
Los datos relativos a la vida de Zakunine y de la Natzichet proporcionaban argumentos, tanto a los acusadores como a los defensores, para insistir en sus opiniones.
35 te oiré, dijo, cuando vinieren tus acusadores. Y mandó que le guardasen en el pretorio de Herodes. 2 Y citado que fue, Tértulo comenzó a acusarle, diciendo: Como por causa tuya vivamos en gran paz, y muchas cosas son bien gobernadas en el pueblo por tu prudencia, 3 siempre y en todo lugar lo recibimos con todo hacimiento de gracias, oh excelentísimo Félix.
Pero era tanta la maldad que había de admitir en ambos para sostener esta hipótesis, que pocos creían en ella, y la mayor parte de los acusadores reconocían que había que dirigir los tiros contra el uno o contra la otra, no contra ambos. Y como faltaban pruebas para la acusación o la defensa, cada uno de los partidos no insistía tanto en demostrar su propia teoría como en combatir la contraria.
Entretanto, ¿era el noble afán de purgar aquella atmósfera de ciertas impurezas lo que movía a los acusadores a descubrir tales gatuperios? No por cierto: era siempre el espíritu de partido; o mejor, el odio de partida; pues frecuentemente se promovían estos edificantes debates entre dos agrupaciones que, juntas y en amigable inteligencia, habían saboreado poco antes las dulzuras del presupuesto.
Los que creían en el suicidio se apoyaban precisamente en esta incertidumbre. ¿Cómo acordar crédito a una acusación que no podía precisarse? Sostener que los dos juntos habían muerto a la Condesa no parecía posible y sólo algunos acusadores encarnizados en su odio a los revolucionarios, decían que los dos habían podido ponerse de acuerdo en el proyecto homicida.
13 Y pasados algunos días, el rey Agripa y Berenice vinieron a Cesarea a saludar a Festo. 15 sobre el cual, cuando fui a Jerusalén, vinieron a mí los príncipes de los sacerdotes y los ancianos de los judíos, pidiendo venganza contra él; 18 y estando presentes sus acusadores, ningún cargo produjeron de los que yo sospechaba;
7 mas interviniendo el tribuno Lisias, con gran violencia le quitó de nuestras manos, 8 mandando a sus acusadores que viniesen a ti; del cual tú mismo juzgando, podrás entender todas estas cosas de que le acusamos. 9 Y contendían también los judíos, diciendo ser así estas cosas.
De aquella fervorosa manifestación de entusiasmo democrático y tierna sensibilidad, sólo quedaban en las librerías de viejo algunos residuos acusadores. En varias de ellas solía verse todavía algún folleto abolicionista de Valle con su correspondiente negrito aherrojado en la cubierta, las manos levantadas al cielo en demanda de justicia.
Hasta he averiguado que con parte de esos veintidós mil duros hizo Pepe los gastos de nuestra boda. ¡Qué base para nuestra felicidad! De mi entrevista con aquella mujer saqué el convencimiento de que no mentía: la índole y el carácter de Pepe servían de acusadores contra él, además quise ponerle en al trance de que confesase y lo conseguí. Hice una cosa horrible, pero en relación con su maldad.
Palabra del Dia
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