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Los deberes sociales replicó Glocester tranquilo, con almíbar en las palabras, pausadas y subrayadas los deberes sociales, con permiso de usted, son respetabilísimos, pero quiere Dios, consiente su infinita bondad que estén siempre en armonía con los deberes religiosos.... ¡Absurdo! exclamó Ripamilán dando un salto. ¡Absurdo! dijo el Deán, cerrando de un bofetón la caja de nácar.

Pero entrando en la plena conciencia de la realidad, comprendió lo absurdo de su pregunta. Al día siguiente, en medio de la agitación que trajeron los preparativos del acto religioso, ya no le fue posible apartar su pensamiento de la terrible obsesión. Muñoz ahora se le antojaba un extraño, un hombre a quien no hubiese tratado nunca.

Horace Mann el prólogo en que explica esta génesis de sus ideas. Así resulta en nuestra historia este aparente absurdo: que los caudillos «federales», dominados por Rosas, rehicieron la «unidad» argentina, rota por los unitarios quiméricos de 1826, y que los emigrados «unitarios» promulgaron la «federación», al regresar al país después de Caseros.

Por grande que sea un absurdo siempre tiene cabida en el inconmensurable hueco de la mente humana. x Por la mañana tempranito, la Superiora y Sor Facunda se tropezaron al salir de sus respectivas celdas. «Créame usted dijo Sor Facunda , algo hay de extraordinario. Consultaré ahora mismo con D. León. El caso de Mauricia debe de examinarse detenidamente».

El arte se me representa como un inmenso ataque de nervios, los artistas como locos unas veces, otras como charlatanes que disfrazan su impotencia con afectaciones monstruosas y se aprovechan hábilmente de la perversión general del gusto; el público estragado por ellos y por el utilitarismo reinante, sin criterio para distinguir lo bello y lo sano de lo feo y absurdo.

El acto intelectual va acompañado de las representaciones sensibles, que á veces le auxilian, y otras le embarazan y confunden; pero en todo caso el acto del entendimiento es siempre distinto de ellas. La imaginacion no lo alcanza; pero el entendimiento no descubre ningun absurdo; antes por el contrario, lo ve muy ajustado á los principios de la filosofía.

Si supongo lo contrario, si colocándome en el terreno de lo absurdo finjo por un instante que queda cortada la relacion entre el pensar y el ser, se rompe el vínculo que mantiene en órden al universo entero: todo se trastorna, todo se confunde, y lo que se me presenta á la vista no si es el caos ó la nada. ¿Qué ha sucedido?

Había pasado la noche en el Casino, silencioso y malhumorado bajo la obsesión de estas protestas. ¿Qué tenía su proyecto de extraño y absurdo para que lo repeliese aquel chueta, a pesar de constituir un honor para su familia, y aquel payés rudo y falto de escrúpulos, que vivía casi fuera de la ley?...

Luego repugna el que una substancia simple tenga por una de sus modificaciones la extension; luego el sistema de Spinosa es absurdo. Por de pronto encontramos en nosotros algo uno, indivisible, que permanece siempre lo mismo en medio de todas las transformaciones de nuestro ser.

Cuando se nos presenta un absurdo de esta naturaleza, recordamos desde luego el principio de contradiccion; «esto no puede ser, decimos; pues seria y no seria á un mismo tiempo.» ¿Por qué es imposible un triángulo circular? porque á un mismo tiempo, seria y no seria triángulo.