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Comprendo lo furiosa que doña Inés se pondría, y más aún al sospechar que don Paco pudiera casarse conmigo, porque doña Inés quiere heredar o que hereden sus hijos los ahorros y las finquillas que don Paco va reuniendo, para lo cual importa que don Paco no se case, o bien que se case con una hidalga viuda que yo me y que le daría cierto lustre aristocrático, y de seguro no le daría hijos, porque está ya pasada y huera, y el caso de Abrahán y de Sara no se repite

Sólo hechos meramente naturales, en que intervienen personajes secundarios, son representados por hombres. Hay uno, no obstante, que es muy trascendental y que también los hombres representan. Es la prefiguración, el reflejo profético del sacrificio del Hijo por el Padre; es el sacrificio de Isaac por Abrahán en la cumbre del monte Moria, y que otro ángel impide.

Candido les presentaba á Martin y á Cacambo: todos se abrazaban, todos hablaban á la par; bogaba la galera, y estaban ya dentro del puerto. Llamáron á un. Judío á quien vendió Candido por cincuenta mil zequíes un diamante que valia cien mil, y el Judío le juró por Abrahan, que no podia dar un ochavo mas.

En 12 de Junio á Diego de Berrio, sastre, 5625 mrs. por la mitad del carro del Convite de Abrahan. Al mismo 12375 mrs. por la mitad de 66 ducados que con él se concertaron por dos carros el uno del rey Agabaro y el otro El Bautismo de San Juan. A Cristóbal de la Cruz, zapatero, 3612 mrs. por las danzas de las Ninfas y del Loco.

El monte está representado en medio de la plaza por un tablado cubierto de verdura. Abrahán e Isaac no hablan; sólo accionan. Cuando Abrahán tiene ya levantada la cuchilla para sacrificar a su hijo, el ángel le detiene cantando un romance. Isaac recibe entonces la palma del martirio, que ostenta en las procesiones de los días siguientes. Abrahán sacrifica un cordero, según los antiguos ritos.

Y conviniendo yo en esto con mi entusiástico amigo el diputado novel, afirmo que si todos los caciques fueran como don Andrés, sería gran ventura que cada pueblo tuviese su cacique; todo en cada pueblo estaría bien aseado y mejor cuidado; daría gusto andar por sus paseos y por sus caminos; el maestro de escuela no se moriría de hambre, y se gozaría de tan ordenada libertad, que el boticario podría ser impunemente, como don Policarpo, brujo y ateo, sin que por esto se suprimiesen ni dejasen de celebrarse con devoción, entusiasmo y regocijo hasta las más candorosas procesiones, aunque hubiese en ellas judíos, soldados romanos, Longinos con lanza y lazarillo después de quedarse ciego, paso de Abrahán y apóstoles y profetas.