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Actualizado: 1 de junio de 2025
Pero comparecer juntos ante él y decirle: «¡Perdónanos, hemos pecado!...» no es posible; sería un espectáculo demasiado teatral; y el que se encargase de hacer esa confesión tendría sobre su cómplice una gran ventaja; estando igualmente unidos a Martín, el primero que rompiese el silencio pasaría necesariamente por el más sincero y el menos culpable.
Y sin hacer caso del ruego del lacayo, luego que éste se fue, salió del salón, y subiendo la escalera interior, se fue derecho al cuarto de su primo Enrique. Era la única persona con quien simpatizaba en la casa, si se exceptúa también su tía Martina, a quien siempre había profesado sincero cariño.
Entonces exhaló un suspiro de alivio, como si descubriera de improviso lo ventajoso que era para ella y para su familia ese lúgubre acontecimiento. En la tierna caricia con que rozó el rostro de la muerta había un agradecimiento sincero. En el mismo instante el viejo médico entró precipitadamente en la habitación.
Esta perspectiva, ¿la entristecía o la alegraba?... Era difícil averiguarlo, porque su aspecto, adolecido, parecía poco sincero. ¿Acaso no estaba ella en su elemento cuando más fuertes se desencadenaban en la casona las tempestades familiares?...
Blumentritt, en sus fúlgidos salones De filipino ambiente, Do laten filipinos corazones, Sincero y elocuente En aquel sitio mismo ¡Qué parece el dosel del patriotismo!
Creyente sincero y de entendimiento poderoso, fue estudiando, fijándose en todo, y apoyado como en fuerte palanca en su ideal, comparó y juzgó las cosas de la vida. Traía en su alma esa profunda fe que, a semejanza de ciertas piedras preciosas, va siendo más rara cada día.
Estaba de manifiesto que el Príncipe le había dicho que su amor era para él un consuelo, la alegría, su salvación, y ya fuese sincero, ya fingiese contando con el efecto de aquellas palabras, lo cierto era que ese efecto no podía fallar, tratándose de una alma amorosa.
Rafael, que en el primer momento se sentía agresivo, dispuesto a contestar con la violencia si el viejo camarada extremaba la reprensión, mostrábase ablandado y un tanto conmovido por el sincero dolor de aquel hombre, sin otro sentimiento que la dominación, semejante a su padre, como el gato se parece al tigre, y casi sollozante al ver en peligro el prestigio de la casa.
Leonor conocía que aquel hombre, siempre franco y leal, al volver a ella le restituía un corazón y un amor sincero que ya nadie le disputaba. ¡Leonor mía! ¿Querrás y podrás perdonarme? dijo, dejándose caer de rodillas ante su mujer. Esta selló con sus lindas manos los labios de su marido. ¿Vas a echar a perder lo presente con el recuerdo de lo pasado? le dijo.
33 Nadie pone en oculto la lámpara encendida, ni debajo del almud, sino en el candelero, para que los que entran vean la lumbre. 34 La lámpara del cuerpo es el ojo; pues si tu ojo fuere sincero, también todo tu cuerpo será resplandeciente; mas si fuere malo, también tu cuerpo será tenebroso. 35 Mira pues, si la lumbre que en ti hay, es tinieblas.
Palabra del Dia
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