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Actualizado: 26 de junio de 2025
¡Ya ves, bailar! ¡Dios, mío! ¡qué niña eres! Querida Blanca, si la humanidad tuviese ingenio, día y noche bailaría. Vamos, Reina, hace frío y puedes resfriarte; acuéstate. Arrojé mi almohada a un rincón y me metí en la cama. Blanca sentose a los pies e improvisó una arenga.
Leopoldina Pastor no dijo nada; púsose muy encendida, y dando una brusca media vuelta, sentóse al piano y comenzó a tocar furiosamente la antigua canción del ¡Trágala!... Anocheció por fin el viernes, llegó la hora de comer, y tan sólo trece, de los veinte personajes convidados, se sentaron aquella noche a la mesa de los consortes Villamelón.
Lo peor es ¡por vida del pispajo! que me va faltando el resuello... Deja que descanse un poco. Sentóse en una silla apurado de respiración, más lívido que antes de cara, y trasudando. Aconsejéle que no volviera a hablar de aquel asunto ni de ningún otro, porque necesitaba reposo y tranquilidad; pero no me tomó en cuenta el consejo.
Y como fue la tarde del dia, šentóše
Sentóse el escribano en un poyo para escrebir el inventario, preguntándome qué tenía. "Señores -dije yo-, lo que este mi amo tiene, según él me dijo, es un muy buen solar de casas y un palomar derribado." "Bien está -dicen ellos-. Por poco que eso valga, hay para nos entregar de la deuda. ¿Y a qué parte de la ciudad tiene eso?", me preguntaron. "En su tierra", respondí.
Sentóse Nucha en un poyo del corral que con el gallinero lindaba, sin soltar al chiquillo, empeñándose en verle la cara mejor.
Tengo que ir a la fuente por el jarro de agua para la cena. ¿Y ésta que traes? Es del río. Bien; entonces, ¿para qué he de entrar en casa? Te aguardo; ven pronto. Sentose el cortesano sobre una de las paredillas del camino a esperar. No tardó mucho en aparecer de nuevo Rosa con un jarrito de barro negro en la mano. Y, sin acordarse del desafío, se emparejaron, enderezando el paso hacia la fuente.
De todas estas especies de patricios había la noche aquella pocas aunque buenas muestras en el café de San Sebastián. No había andado Monsalud cuatro pasos dentro del local, cuando se sintió llamado desde lados opuestos. Acudió allí donde había visto caras más de su gusto, y después de saludar a varios individuos sentose en la más apartada mesa en compañía de dos sujetos.
El sol iba ya retirándose, pero aún doraba las moharras de las lanzas, en la verja. Sentose Lucía por costumbre bajo el plátano, que, pelado por el invierno, ya se había quedado sin una mala hoja con que dar sombra.
Hablaron un momento del alma y de la bondad de Dios. Zorraquín halló en su espíritu cierta dificultad para retrotraerse a su antiguo oficio, tan distinto del que entonces tenía; pero al fin pudo vencer su desgana de oír pecados. Quitose la boina, sentose, apoyó el codo izquierdo en la cama, y acariciando con la derecha mano el sable, preparose a escuchar la confesión de su infeliz amigo.
Palabra del Dia
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