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Actualizado: 9 de mayo de 2025


El Vara de palo, al sentarse o la mesa con la familia, hablaba de la decadencia de la fiesta del Corpus, tan famosa en el Toledo de otros tiempos. Su afán por lamentarse le hacía olvidar el áspero silencio que se había impuesto en presencia de su hija.

Fué de semblante áspero, de corazon ardiente, y diligentísimo en ejecutar lo que determinaba, magnífico, liberal, y esto le hizo General, y cabeza de nuestra gente; pues con las dadivas grangeó amigos que le pusieron en este puesto, que fué uno de los mayores, fuera de ser Emperador, ó Rey, que hubo en aquellos tiempos.

Juzgo que para un latino cuya vida ha pasado en el seno de sociedades cultas y educadas, será difícil connaturalizarse con el modo de ser yanqui, áspero y egoísta en sus formas.

Pero llegó al fin, y no tan tarde como iba yo temiéndome a medida que le veía perdiendo fuerzas y tambaleándose por el áspero camino.

Si el batelero es por lo comun áspero y soez, como en todas partes, el artesano es atento y el campesino afectuoso. Al llegar á Barcelona se siente una penosísima impresion, causada por los muchos mendigos que rodean y atormentan al extranjero. La mendicidad me pareció muy extraña en una ciudad tan activa y opulenta.

A pesar de que en Villa-Sirena cada uno se preocupaba de sus propios asuntos, mostrándose distraído en sus relaciones con los otros huéspedes, el mal humor de Atilio iba haciendo penosa la vida común. Toledo presentía el motivo de esta conducta. Doña Clorinda le trataba mal indudablemente, y él, á su vez, se vengaba de sus humillaciones y disgustos mostrándose áspero ó irónico con los amigos.

Vencidos los Turcos en el primer aumento de su grandeza Othomana, desposeidos de grandes y ricas Provincias de la Asia menor, y á viva fuerza y rigor de nuestras espadas encerrados en lo mas áspero y desierto de los montes de Armenia.

No lo dude usted: hay algo de inhumano en eso de amarrar a un mozo que comienza a vivir al macizo carro del matrimonio, y decirle: «tira, y anda por ese camino áspero y obscuro que tienes delante, y por donde jamás has andado», porque se cree que el amor lo suple todo, y esto es una lamentable equivocación.

Los ojos pequeños, la nariz agarbanzada y la desabrida sonrisa del capellán apenas se abrían paso por tan enmarañado bosque de pelos. La boina blanca caída de un lado parecía impedir con su peso que el cabello, no menos áspero que la barba, tomase la dirección del techo, como un escobillón que se cree ciprés.

Alguna de la que a él le sobra, le hace falta a usted, don Federico respondió María . Y para que usted lo sepa, no me da la gana de aguantar a ese zopenco, más rudo que un canto, más bronco que un escambrón y más áspero que un cuero sin curtir. Así, me voy. Diciendo esto, se salió la Gaviota y Stein la siguió.

Palabra del Dia

ciencuenta

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