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Con razón puede calificarse así aquel período, en que todos los esfuerzos de la poesía dramática, aislados hasta entonces, y siguiendo distintas direcciones, se unen para formar un sistema compacto y perfecto en pro del arte; en que se consagran á él, por un concurso feliz de circunstancias, y desplegando actividad sin ejemplo, muchos talentos de primer orden; en que aparece una multitud de producciones, diversas entre y originales, y llevando todas un sello común é iguales en excelencia; en que se despierta la rivalidad y la emulación, y hasta las obras de los poetas menos inspirados, se distinguen por su importancia poética y por su conocimiento de la escena, superando en valor á cuantas se escribieron antes y después.

Ha sido posible determinar las alturas de un número bastante grande de estrellas errantes en el momento de su aparición, y se han encontrado números muy diversos, desde 8 hasta 60, 100 y aún 200 kilómetros. Su velocidad es igualmente muy diversa, pero, en general, es considerable, igualando y aun superando á la que posee la Tierra en su movimiento de translación.

Su pensamiento principal tiene mucha semejanza con el de El tejedor de Segovia, de Alarcón, pero no superando, sin embargo, á este último é inimitable drama. Los caracteres y las situaciones son, por lo demás, muy animados. El motivo capital, que ha impulsado al protagonista á hacerse bandolero, es la rígida observancia de la ley del honor, con arreglo á las ideas españolas.

Y como hay notable variedad y riqueza en los lances y episodios, y no pocos discreteos y chistes en los diálogos, razonamientos y cartas que entran en el tejido de la novela, su lectura no cansa ni aflige, sino que deleita, y promete además, que su autor ha de seguir escribiendo, superando en este género lo que ya ha escrito, y procurando que sus héroes o heroínas de la high-life pongan sobre terreno más firme las bases de sus ideales para que no se hundan en el cieno al menor capirotazo.

¡Qué vanaglorioso es usted! dijo el diplomático, superando en fatuidad a su amigo . Eso lo dice usted por obligarme a hablar, por obligarme a que revele... No: es secreto de Estado, del cual quizás depende la paz de España y de Europa; no saldrá de mis labios, ni soy hombre que cede fácilmente a las sugestiones de la imprudente amistad. Todo eso es pura farsa. Sepamos de una vez esos secretos.