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Solo en ciertas monzones se ve un aspecto apacible, la gente es poca, bárbara y bozal. Nadie sale de allí, nadie pasa por allí, no hay noticias, ni del resto del mundo, ni aun de aquel pequeño rincón del mundo. No hay desierto ni yermo en la Nitria, ni la Thebaida, que sea comparable á esta soledad.

«Las monzones determinan y fijan con exactitud las alteraciones de la atmósfera, asegurando el tiempo propio de viajar ó navegar sin peligro por aquellos mares, así como el de los vaguios ó temporales, que tienen lugar siempre en los meses de Septiembre, Octubre y Noviembre; y las fuertes tormentas y tronadas en Abril, Mayo y Junio.

Inmediatamente al S. de punta Gorda y al N. del pueblo de Hassaan se abre una ensenada llamada de Cabulig, en la que puede fondearse quedando bien abrigado de las dos monzones, pero es preciso hacerlo muy cerca de tierra para poder coger de 20 á 25 metros de fondo arena fangosa. La visita de Cabulig ofrece algunos recursos; además, sobre la misma se encuentran las aldeas de Tuan y Agasan.

El catavientos y las velas altas dieron señales de haber percibido las primeras caricias del viento que tanto deseábamos, despertando la María Rosario del letargo en que tiempo estaba sumida. El viento se entabló por completo, reinando con bastante fuerza el marcado en las monzones de Julio y Agosto.

Bien es verdad, que ¿para qué han de explotar con gran afán los indios de Catanduanes ni el oro, ni los diamantes, si los hubiera, si allí, en aquellas costas que las cierra á toda navegación las bravías monzones del NE., viven aquellos indios en perfecto quietismo ignorando lo que pasa más allá de los estrechísimos horizontes que limitan las altas y encadenadas montañas que por todas partes cierran la isla?

La civilización procede de la India, pero los pueblos asiáticos no pudieron hacer el aprendizaje de navegantes en unos mares donde las costas están muy lejanas unas de otras y los monzones del Océano Indico soplan seis meses seguidos en una dirección y seis meses en otra. Solamente al llegar al Mediterráneo, en sus emigraciones por tierra, el hombre blanco había querido ser marinero.

A la mura de babor se alzaba el gigantesco coloso del Estrecho de San Bernardino; á la proa teníamos la gran bocana que abre el hemiciclo que forma la rada de Legaspi, y por la que da entrada en las monzones del Noroeste á embravecidas mares que no encuentran barrera alguna desde las costas americanas, quedando tras la estela las arenas de Legaspi.