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Bustos crea un Gobierno español, sin responsabilidad; introduce la etiqueta de corte, el quietismo secular de la España, y así preparada, llega Córdoba al año 25, en que se trata de organizar la República y constituir la revolución y sus consecuencias. Examinemos ahora a Buenos Aires.

Se asemejaba a los muertos por el color, como aconsejó el oráculo a Zenón, el filósofo, lo cual, bien entendido, quiere decir que de tanto estudiar en los libros había tomado la palidez de ellos. Era capaz de permanecer en un quietismo casi sobrehumano.

De repente el macho, supongo que será el macho, tiene una idea, un remordimiento, improvisa una pasión que está muy lejos de sentir, y besa a la hembra, y hace la rueda y canta el rucutucua y se eriza de plumas.... Ella, sorprendida, sin sacudir la pereza corresponde con tibias caricias, y a poco, ambos fatigados, soñolientos, encontrando en la molicie de mojarse inmóviles, inflados, mayor voluptuosidad que en los devaneos, vuelven a su quietismo, tranquilos, sin rencores, sin engaño, sin quejarse de la mutua displicencia. ¡Racionales palomas!

De esas ciudades las tres primeras y la cuarta y octava son reformadas, y en ellas se encuentra: actividad industrial y comercial, culto por las artes, gran desarrollo de la instruccion, evidente liberalismo en las instituciones, pulcritud, esmero por las cosas públicas, costumbres apreciables y progresistas y solicitud en favor de la beneficencia, Al contrario, en las demas de las ciudades mencionadas, que son católicas y han mantenido numerosos institutos monásticos, todo concurre á manifestar una evidente inferioridad relativa, tendencias al quietismo, la incuria, la rutina y el desaseo.

No era Maltrana el único que se había aproximado queriendo perturbar con diabólicas propuestas su tranquilidad de argonauta reflexiva y prudente, aquel quietismo monacal de plácidas digestiones y largas siestas, que era para ella el encanto más grande de las travesías oceánicas.

Quejábase de su quietismo, de aquella pierna sometida a la inmovilidad, con un peso abrumador, como si fuese de plomo. Parecía acobardado por las terribles operaciones sufridas en pleno conocimiento. Su antigua dureza para el dolor había desaparecido, y gemía a la más leve molestia.

En efecto, esa catedral que ahora contemplo, esa masa enorme, quieta, silenciosa, insensible; pero tan elocuente y tan entusiasta en medio de su silencio y de su quietísmo; ese monton de piedras que estoy viendo, es como el testimonio de otra raza, de otro pensamiento, de otro dogma, de otro mundo. Este lugar, decia yo para , formaba parte de la antigua Citè.

Cual la celda de un mísero ermitaño queda abierta a los vientos del desierto, así mi corazón quedóse abierto al soplo huracanado del engaño. Del fondo de mi vida agonizante se alzaba aquel recuerdo torturante, en su quietismo silencioso y vago, cual se alza en las mañanas invernales la bruma de las nieblas invernales sobre las aguas límpidas de un lago.

Bien es verdad, que ¿para qué han de explotar con gran afán los indios de Catanduanes ni el oro, ni los diamantes, si los hubiera, si allí, en aquellas costas que las cierra á toda navegación las bravías monzones del NE., viven aquellos indios en perfecto quietismo ignorando lo que pasa más allá de los estrechísimos horizontes que limitan las altas y encadenadas montañas que por todas partes cierran la isla?

Su rigidez no dejaba adivinar con palpitaciones materiales el agua abrasadora, el vapor asfixiante, el fuego anonadador, a los que bastaba el más leve escape para atraer la catástrofe y la muerte. Las fuerzas ciegas y crueles estaban domadas, canalizadas, sumisas, dúctiles, se transformaban en silencio; realizaban sus transmutaciones de vida con religioso quietismo.