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Cuando oyó su voz en la cocina, le dio un vuelco el corazón, se puso a temblar como un azogado y se le borraron por completo las palabras que tenía preparadas. ¿Cómo está usted, conde? dijo ella con gran naturalidad al entrar, tendiéndole una mano. Bien, ¿y ? Levantó la cabeza como sorprendida de oírse tutear y respondió mirándole fijamente: Perfectamente. ¿Y la niña? Algo mejor.

Luego te esperará a la salida, te ofrecerá el agua bendita y volverá a cogerte del brazo». Otras veces le decían: « Por la mañana temprano te levantarás muy despacito para que él no se despierte, limpiarás su ropa, pondrás los botones a su camisa, y cuando llegue la hora misma le servirás el chocolate». Otras exclamaban de pronto: « ¡Y cuando tengas un niñoEntonces la novia sentía un vuelco gratísimo en el corazón; sus manos temblaban y echaba una rápida mirada a las costureras temiendo que hubiesen advertido su emoción.

Quiso ver Zadig qué era lo que escribia: arrimóse, y vió una Z, luego una A, y se maravilló: despues leyó una D, y le dió un vuelco el corazon; mas nunca fué tanto su pasmo, como quando leyó las dos postreras letras de su nombre.

Y apretaba sus labios; se le encendían de pronto, como de un vuelco de la sangre las mejillas; enrollaba nerviosamente en el dedo índice de la mano izquierda un finísimo pañuelo de batista y encaje.

Pero sin duda no quería perder su dignidad de gran señora delante de nosotros, y mandándonos salir a todos, a sus hijas, a D. Paco, a los criados y a , se quedó sola. Un rato después sentí ruido de coches y mulas en la calle; luego una gran algazara en el patio, y al oír esto dióme un gran vuelco el corazón.

Una señora muy hermosa y muy elegante el joven apoyó con su admiración estos detalles acababa de llegar en un bote, y sin pedir permiso había subido la escala, metiéndose en el buque como si fuese su vivienda propia. A Tòni le dió un vuelco el corazón.

La buena mujer le indicó el camino que había de seguir. Delante del templo jugaba un enjambre de niños y niñas con ruidosa algazara. Elena fue a sentarse algo más lejos en un banco de piedra, procurando que un árbol la ocultase. Antes de un cuarto de hora de espera vio llegar a su marido. El corazón le dio un terrible vuelco.