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Actualizado: 27 de julio de 2025


Era una vivienda antigua perdida sobre espesos bosques de castaños y de encinas.

São Paulo es el gran emporio del café del Brasil; es una ciudad moderna que va a ser mejorada con nuevas y rectas calles; su centro se encuentra congestionado, pero tiene anchas avenidas y numerosos jardines públicos y parques en los distritos destinados a casas de vivienda.

No estoy conforme con el palacio de la Bolsa, como no lo estoy con el palacio de la Industria, ni con otros muchos palacios que por aquí bullen, despertando en mi alma recuerdos penosísimos, tristes y lamentables contradicciones. ¡Palacio de la Industria! ¡Y el industrial no tiene dónde vivir! ¡Y el obrero tiene que ir á buscar una vivienda más allá del recinto de la ciudad, á Batiñoles!

Y por lo que toca a su negra, que dicen honra, tomaba una paja, de las que aun asaz no había en casa, y salía a la puerta escarbando los dientes, que nada entre tenían, quejándose todavía de aquel mal solar, diciendo: "Malo está de ver, que la desdicha desta vivienda lo hace. Como ves, es lóbrega, triste, oscura. Mientras aquí estuviéremos, hemos de padecer.

La casa era viejísima y ruinosa, de esas que después de haber sido palacio de ricos pasan a ser morada de labradores miserables. Habitábala una mujer con cuatro chicos menores. El esposo y dos hijos adolescentes estaban en la acción. Personas, vivienda, mueblaje, animales domésticos, todo allí tenía un triste sello de abandono, indigencia y atraso.

El interior de su antigua vivienda estaba ahora ocupado por las tropas. El coloso permanecía á la intemperie día y noche, pues así sus guardianes aéreos podían hacerle sentir más pronto sus mandatos. Un antiguo discípulo de Flimnap, que hablaba incorrectamente y con balbuceos el idioma del gigante, era ahora su traductor.

Con tan buenos propósitos, ansioso además de ver a su Inesita, y con esperanzas de enamorarla y de traérsela al lugar, a las treinta y dos horas no cabales de haber recibido y leído la lamentable carta de su desesperado amigo, llegó Paco a esta heroica y coronada villa, y sin sacudir siquiera el polvo del camino, después de dejar la maletilla en una casa de huéspedes, y de instalarse, tomando cuarto en ella, se dirigió a la vivienda de las dos lindas hermanas.

Esta magnanimidad de la víctima y de sus amigos alarmaba á Batiste, haciéndole vivir en perpetua defensiva. La familia, como medroso caracol, se replegó dentro de la vivienda, huyendo del contacto con la huerta. Los pequeños ya no asistieron á la escuela, Roseta dejó de ir á la fábrica y Batistet no daba un paso más allá de sus campos.

Bien podía ver aquel matón que venía a buscarlo en la soledad del monte, en su propia vivienda; bien podía convencerse de que no le tenía miedo. Y para demostrar mejor su serenidad, sacó la petaca de la faja y se puso a liar un cigarro. El martillo había vuelto a reanudar su tintineo sobre el metal.

Cuando esta llegaba a su vivienda, ya don Francisco, fatigadas vista y cabeza por haber leído dos o tres periódicos después del trabajo del cenotafio, se había metido en la cama y dormitaba tosiendo unos ratos y roncando otros.

Palabra del Dia

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