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Actualizado: 8 de julio de 2025
Vuela á ese mundo do el error no existe, Do la verdad magnética se viste Con casta desnudez: Y cuando el manto de la fé te cubra, Dínos lo que tu vista allá descubra, Y desde lo alto de ese mundo ves. Duerme en un lecho de azuladas nubes Para ir á despertar entre querubes En la region de luz, Cual ave peregrina que se ausenta Donde la noche el negro trono asienta Para buscar regiones sin capuz.
Y desta manera debía de ser el de mi señora cuando tú la viste; sino que la envidia que algún mal encantador debe de tener a mis cosas, todas las que me han de dar gusto trueca y vuelve en diferentes figuras que ellas tienen; y así, temo que, en aquella historia que dicen que anda impresa de mis hazañas, si por ventura ha sido su autor algún sabio mi enemigo, habrá puesto unas cosas por otras, mezclando con una verdad mil mentiras, divertiéndose a contar otras acciones fuera de lo que requiere la continuación de una verdadera historia. ¡Oh envidia, raíz de infinitos males y carcoma de las virtudes!
Fuése su padre a Granada; Escribióme, y yo esta tarde Aderecéme cual viste, Por ir de gallardo talle. Aguardándome está agora: ¡Mira si lloro de balde, Pues voy herido, en prisiones, Sin bien y entre tantos males!
Indudablemente, la frase «proletario de levita» representa un concepto teórico, y aunque para los usos prácticos de la vida yo no tenga levita ninguna, teóricamente sí la tengo. Yo tengo, como quien dice, una levita teórica. Es una levita que no se puede empeñar; pero, en teoría, esto carece de importancia. En realidad, el proletario de levita viste casi siempre de americana.
Se llama Luís, tiene 26 años, es rubio, alto, delgado, viste á la francesa, come á la francesa, piensa á la francesa, y no es francés porque su madre tuvo la debilidad de aligerar su carga en cierto lugarejo del prosáico garbanzo y de la judía, que Luís jamás nombra porque cree es poco francés.
Yo la he visto llorar, lectora; ¿la viste tú también?... Y si tuviste esa fortuna, ¿no es cierto que en ella el llanto, más que una ficción, parece un recuerdo? Acerca de todo esto, un excelso poeta, Gabriel D'Annunzio, podría referirnos una historia bien triste.
Figúrate mi desesperación, mi agonía, mi locura; yo no sé cómo no entregué el alma a Dios en aquellos días, porque además de mi gran pena, me consumía una fuerte calentura, a consecuencia de la herida de esta mano, pues bien viste que perdí dedo y medio en la calle de San José... ¿Crees que me curaba? Ni por pienso.
Tú los viste lanzarse á la pelea, Blandir la espada, sacudir la tea, Vencer, y caer en la pujante accion Mientras que tú, cruzando las esferas Dabas aire de Chile á las banderas, Y fuego del patriota al corazon.
Entre muchas necedades, has llamado por su nombre de pila al señor de Couprat, así que le viste; yo estaba cerca de ti, y he visto que al caballero, que en ese momento te daba el brazo, le pareció muy chocante. ¡Oh, eso sí! ¡lo creo capaz de todo; parecía un ganso! Yo no soy un ganso, Reina, y te digo que es una inconveniencia. Pero, tío, es nuestro primo, lo vemos todos los días.
Así, viste con extravagancia, combinando los colores mas chillones; no cultiva la música, ni la poesía, ni la danza, ni el canto en el grado que debiera, segun el clima, el paisaje y las costumbres marítimas; se acomoda al desaseo con increible indiferencia, y el hogar doméstico y la construccion de las casas manifiestan que carece de gusto por lo bello, elegante y gracioso.
Palabra del Dia
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