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Actualizado: 8 de junio de 2025
Cuando los enemigos vinieron á esto, teníamos muy poca artillería de que servirnos, que mucha había reventado y otra por encabalgar, y para las piezas pequeñas no se hallaban ya balas.
En vn arca se allaron los cordones con borlas que vinieron de Italia, con los espejos que embió el Conde de Castrillo. Vn marco dorado grande. Tragaronse del pasadiço vna lamina de vna quarta de alto, de vn S.to de la orden de S.n Francisco, otra lamina de un salbador, de una quarta de alto. Otra lamina en vitela, de la visitación de S.ta Isauel. Vn Pastorbonus.
Entre los poetas que aqui vinieron con el señor Pancracio de Roncesvalles, se quejaron algunos de que no iban en la lista de los que Mercurio llevó á España, y que asi vm. no los havia puesto en su Viage.
No obstante, se hallaba tan fascinada por la grandeza del personaje, que pronto vino a figurarse que aquellas formas, aquel cinismo, eran la expresión de la moda y el «buen tono». Luego vinieron las anécdotas picantes.
De este modo sorprendioles la noche cuando ellos imaginaban no haber pasado juntos sino muy pocos instantes. De su arrobamiento vinieron a sacarles Antonia y el doctor que aparecieron cada uno por su lado y se acercaron a ellos sonriendo.
Yo conté lo mejor que pude mi viaje con don Ciriaco. Después vinieron unas cuantas amigas de Dolorcitas. Yo estuve hablando con doña Hortensia, que se mostró muy amable conmigo. A media tarde don Ciriaco me llamó. Vamos, Shanti me dijo. El ama de la casa me advirtió que todos los domingos y días de fiesta estaba invitado a comer allá. Si no iba, preguntarían por mí y me llevarían a la fuerza.
Yo creí que a estas horas D. Felicísimo y su comunidad estaban echando perjuraciones en la cárcel de Corte. Vino la policía, sí señor; vinieron tres y llamaron tan fuerte que la casa estuvo si cae o no cae. Los señores se asustaron, y D. Felicísimo les consolaba diciendo: «no hay nada que temer, la policía es la policía.
La variedad de estaturas más bien indicaba los grados de robustez o cacoquimia que los años transcurridos desde que vinieron al mundo. El mal comer y el peor vestir pasaba sobre todos un triste nivel.
Con esto, ellos quedaron ciertos del caso y creída la mentira. Vinieron los acólitos y ya yo estaba con un tocador en la cabeza por disimular la corona y fingir la enfermedad; sahuméme con paja y afeitéme de tercianas, con una color de cera amarilla, y mi hábito de fraile, unos antojos y mi barba, que por ser atusada no desayudaba. Entré muy humilde, sentéme, comenzóse el juego.
No se aflija usted, señor.... Yo haré por volver pronto.... Cuídese usted mucho, por Dios... atienda usted al asma.... Vaya usted de tiempo en tiempo a ver al señor de Rada.... Si tiene usted algo, un telegrama volando.... ¿Palabra de honor? Después vinieron los apretones, los besucones, los pucheros del acompañamiento femenino, y el último encargo, y el último deseo....
Palabra del Dia
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