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Así, por ejemplo, si bien se rastrea y aun se escarba hasta llegar á la raíz de algunas expediciones belicosas, se verá que nacen de reclamaciones poco atendidas de particulares.

Los dos hermanos no tenían ocasiones de hablar mucho, porque el primogénito, después de almorzar, se marchaba a uno de los cafés de la Puerta del Sol y allí se estaba las horas muertas. Por la noche o venía muy tarde o no venía. La idea de que su hermano andaba de picos pardos regocijaba a Maxi porque «ahora se verá decía , quién es más juicioso, quién cumple mejor las leyes de la moral.

Me parece que repuso la mendiga, sintiendo de nuevo una gran confusión o vértigo en su cabeza. Alto, bien plantado, hábitos de paño fino, ni viejo ni joven. ¿Y dice que se llama D. Romualdo? D. Romualdo, señora. ¿Será... por casualidad, uno que tiene una sobrinita nombrada Doña Patros? No cómo la llaman; pero sobrina tiene... y guapa. Pues verá usted mi perra suerte.

Porque Dios quiso, y ciego será quien no lo vea. Metióme en mayor curiosidad esta respuesta, y rogué al valiente pescador que me contara el suceso. Resistióse á complacerme, con bruscas evasivas, y entonces tomó parte en la conversación el Tuerto, y me dijo: Verá usté lo que pasó, señor, porque juntos nos salvamos los dos.

Vería usted sobre todo con qué exactitud está descrita la Naturaleza y reconocería en mi libro el mar, el cielo y la campiña que ahora estamos contemplando. Probemos, pues dijo Germana . Si me duermo, ya lo verá usted.

María, en traje de Semíramis, estaba preparada para salir a escena. Rodeábanla algunas personas. El embozado, que no era otro que Pepe Vera, entró a la sazón, se aproximó a ella y sin que nadie lo oyese, le dijo al oído: No quiero que cantes y siguió adelante con impasible aire de indiferencia. María se puso pálida de sorpresa y enrojeció de indignación en seguida.

Condesa, la veo á usted muy pensativa. ¿Echa usted de menos ya á Madrid? , señor, lo echo de menos. Lo comprendo bien, pero me parece que todavía no tiene usted motivo para quejarse, pues acaba de llegar. ¡Oh! cuando lleve usted aquí algún tiempo ya verá lo que da de este delicioso país. La materia, condesa, impera aquí como reina y señora.

Los toros pacían por allí de una manera perfectamente bucólica, dejándose acariciar de los vaqueros y de los visitantes. ¿Y éstas son las fieras? dije yo. ¡Hombre! me contestaron . ¿Qué quiere usted que hagan aquí? Ya las verá usted en la plaza...

Para facilitar esto, D.ª María concibió un proyecto gigantesco, del cual dependía, como el lector verá, la perpetuidad de aquella casa y solar ilustre por el largo discurso de los siglos; trató de casar a su hijo con una hembra de la familia de aquellos sus parientes, a la sazón poseedores del mayorazgo, y residentes en Córdoba, aunque su habitual morada era Madrid.

Estaba dormida, y tenía la calma, el dulce e insensible respirar que hace sagrado el sueño de los niños. Julián no se cansaba de mirarla así. ¡Santita de Dios! murmuró apoyando los labios muy quedamente en la gorra, por no atreverse a la frente. Cójala usted, Julián.... Ya verá lo que pesa. Ama, déle la niña....